El misterio de los magnolios

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CRÓNICA CIUDADANA

CARBALLO

04 abr 2017 . Actualizado a las 23:42 h.

Últimamente ser árbol en la Costa da Morte es más arriesgado que vivir en Siria. En la plaza de Carballo hubo numerosas bajas a lo largo del pasado año y ahora las miras están puestas en el Recheo pontecesán. Para el miércoles está previsto el traslado de los magnolios que se han desarrollado en este entorno urbano desde 1989, por lo que buena parte de la población ha crecido a su sombra. El concejal José Manuel Pose Verdes argumentó que el motivo del traslado es que se trata de ejemplares de una especie caducifolia y que durante el invierno, las hojas caídas provocan resbalones. Así, la medida sería adecuada, teniendo en cuenta que, según el edil, se producen una media de dos o tres patinazos diarios. Realmente la situación sería muy preocupante y el PAC estaría lleno de lesionados, si no fuera porque el magnolio es un árbol de hoja perenne. Así lo indican las guías de jardinería que pululan por Internet.

Si la cuestión ya es rara, se complica todavía más porque el concejal aseguró que los magnolios serían sustituidos por ejemplares de liquidámbar, una especie también ornamental y de buen porte que, sin embargo, es caducifolio, es decir, que le caen las hojas. Llegados a este punto cabe preguntarse si el Concello sabe realmente lo que está haciendo o por qué lo está haciendo. Cualquiera con un ordenador a mano puede saber hasta el más mínimo detalle de los árboles más adecuados para cada zona, pero quizá todo esto no va de plantas en realidad sino de espacio.

El mismo edil planteó «un espazo diáfano que favorece a humanización do centro», como si en lugar de haber cuatro magnolios hubiera una selva intrincada por la que hay que pasar machete en mano. Lo cierto es que no lo parece, pero estorbo sí lo hay. Para plantar el escenario de las orquestas en A Barquiña hubo problemas con los árboles y con la fuente, que acabó por pasar a mejor vida poco después. Los magnolios resistieron hasta ahora, precisamente cuando está a punto de comenzar la temporada de fiestas. Según los traslados que se han hecho en la zona, los mejores meses son enero y febrero, porque son árboles delicados, con raíces carnosas y gruesas, pero muy frágiles, que además tardan hasta 6 meses en enraizar porque son de crecimiento lento. Sin embargo, el Concello no pretende que los magnolios mueran, si no arrinconarlos al fondo del paseo fluvial, donde estaba el edificio de Río Anllóns.

Este año habrá espacio para la verbena y cualquier otro acto multitudinario y también para intentar descubrir, como en una novela de Agatha Christie, cuál ha sido la razón real de magnolicidio y por qué después de casi 28 años, los árboles hacían caer a los viandantes.