«Descorazona ver a un niño del sur de Marruecos con los zapatos de su padre»

Los parajes de Marruecos son demasiado bellos como para intentar pasar por sus dunas y sus desiertos a 200 kilómetros por hora, como ocurre en otros ralis. Es mejor hacerlo con un límite de 80, y cuando se atraviesa una población, hacerlo a un máximo de 20 o 30 con sus oportunas paradas para mirarle a los ojos a la gente. Es lo que han hecho durante siete días de la Semana Santa Marcos Bermúdez y Alberto Costoya en La Maroc, una carrera solidaria que partió de Jumilla (Murcia) y que acabaron con éxito en el sur del país africano.

Es la tercera aventura de este estilo en la que se involucra Bermúdez y la primera de Costoya. Marcos ya participó en dos ralis similares con la particularidad de que el vehículo tenía que ser necesariamente un Panda 4x4, Seat o Fiat. «Todo era más limitado», explica este farmacéutico, que se quedó encantado con el comportamiento de su nuevo Land Rover Discovery. Nuevo es un decir, porque el coche tiene más de 16 años, que es la edad mínima que exige la organización a los vehículos: «La explicación es que el presupuesto tiene que ser limitado -en total se gastaron unos 5.000 euros- porque el objetivo es solidario, es la razón de ser de esta aventura». En esta ocasión, con el Discovery, ayudaron a muchos otros coches a salir de atolladeros que ellos supieron esquivar, y solo tuvieron que cambiarle una pieza. La clave, explica en modo técnico, es depender lo menos posible de la electrónica, «y de hecho hubo vehículos de alta gama que tuvieron problemas serios».

Les exigen llevar un mínimo de veinte kilos de material en educación escolar, pero los santiagueses aprovecharon la multiplicada capacidad de su 4x4 para llevar 90 kilos de zapatos y ropa que recopilaron entre sus amistades. «Descorazona ver a los niños del sur de Marruecos con zapatos que seguro que son de sus padres porque les sobraban por todos lados», confiesa todavía impactado Bermúdez, quien reconoce que cada vez que va al país africano «me pongo en mi sitio, me doy cuenta de que tenemos demasiadas cosas, aunque después vuelvas a casa y en quince días todo sea igual».

Viajes que te cambian

En realidad, nada fue igual desde el viaje que Marcos y Elena, su mujer, realizaron por Marruecos en el 2009. Lo que debería ser una travesía de placer se convirtió en una experiencia inolvidable aunque atropellada. Se les rompió el coche y una familia les dio cobijo y les ayudó a salir de un auténtico problema. «No nos pidieron nada a cambio», destaca.

La organización del rali se encarga de repartir el material para que la ayuda sea lo más eficaz posible, pero los casi cien kilos de prendas de vestir que cargaron voluntariamente las repartieron ellos. Después de seis o siete horas de ruta atravesando dunas y zonas complicadas durante unos 400 kilómetros, dedicaban el tiempo que hiciera falta a darles camisetas, chuches o calzado a los más pequeños. «Si les ves la cara... es como si a un niño de aquí le regalas un iPad», sostiene convencido. En la anterior cita, hace dos años, llevaron desmontadas 17 bicicletas, fundamentales para que los niños puedan desplazarse desde sus casas al colegio y que no tengan que caminar kilómetros, o para sus familias, que tienen que ir a buscar el agua. «Ves cosas tremendas», dice Marcos, que también reconoce que le gusta toda la parte aventurera de esta expedición que tiene sus riesgos: «Tuvimos una tormenta de arena, que es peor que una madrugada de niebla en Galicia y que borra las rodadas previas, por lo que solo puedes fiarte del navegador y de la ruta prefijada por la organización. Pasas miedo».

Marcos Bermúdez Farmacéutico y participante en ralis solidarios

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