«Tengo una playa en la Antártida»

Loreto Silvoso
Loreto Silvoso A CORUÑA / LA VOZ

CARBALLO

MARCOS MÍGUEZ

Es hija del arqueólogo submarino Manuel Martín-Bueno, que le dedicó un arenal

27 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Su padre, el prestigioso arqueólogo subacuático Manuel Martín-Bueno, lleva toda la vida tras la pista del San Telmo. Este navío español naufragó en 1819 y desapareció en las proximidades de la Antártida. Con su localización definitiva se podría demostrar que los españoles fueron los primeros en pisar el continente blanco. Elena Martín se acaba de doctorar en Arqueología con una tesis en la que cuenta su historia.

-¿Cuándo conoce usted la trayectoria del San Telmo?

-En realidad llevo años oyendo hablar de ello. Mi padre coordinó las investigaciones para encontrarlo. Cada vez que había una campaña de expedición a la Antártida, él desaparecía durante meses y, a la vuelta, me lo contaba todo.

-Menudo aventurero, su padre.

-Sí, y previamente estuvo excavando en Jordania, en Petra... Incluso coincidió con Harrison Ford mientras Este estaba rodando la película de Indiana Jones.

-Así que hace ocho años usted se pone a hacer la tesis sobre el San Telmo. ¿Por qué es tan importante?

-Si se demostrase que el San Telmo naufragó en tierra antártica, los españoles habrían sido los primeros en llegar allí; con lo cual, tendríamos que reclamar una parte como territorio español.

-¿De quién es la Antártida?

-De nadie. Se creó el Tratado Antártico que dice que es un lugar destinado a la paz y a la ciencia. Está firmado por los países que llegan allí: Noruega, por parte de Roald Amundsen; Reino Unido, por Robert Scott; Estados Unidos, Australia... España lo firmó en los 80. Tiene dos bases allí.

-¿Por qué nos interesaría reclamarlo como propio?

-La Antártida es la despensa de la tierra. Además de reserva natural, la riqueza mineral y de hidrocarburos que posee es tremenda. El tratado evita que todo eso se explote de manera que acabe desapareciendo.

-¿Qué avances ha logrado su padre con las investigaciones?

-Él y su equipo desarrollaron tres campañas en la Antártida. En la primera, que fue en 1992, ya se instaló un monolito conmemorativo al naufragio del San Telmo. El Tratado Antártico lo declaró sitio histórico. En las posteriores empiezan a excavar y se encuentran restos de una cabaña de náufragos.

-¿Por qué piensa que fue de los tripulantes del San Telmo y no de balleneros o foqueros?

-En ella aparecieron tejidos que no son propios de cazadores de focas: telas, restos de calzado, el tapón de una botella de licor... Es como una estructura de madera recuperada de un naufragio.

-Madera de la época, por tanto.

-El San Telmo se había construido en los astilleros de Ferrol, en Esteiro, que eran los más importantes del momento. Y esa madera era la mejor que había en esa época.

-Con eso hay una anécdota, ¿no?

-Sí. Apenas un mes después de desaparecer el San Telmo, el capitán Smith, que se dedicaba a cazar focas, pasó por donde se supone que están los restos. Más tarde volvió y se llevó parte del cepo de un ancla del barco para construirse el mejor ataúd.

-Está claro que era de un navío.

-Sí, en la prospección del lecho marino encuentran grandes masas de metal, como de los cañones, el lastre o la parte baja de un navío.

-Y no existía la georreferencia.

-Se hicieron estudios de batimetría para referenciar toda la costa, porque no existía la cartografía. Van dando nombres y, al ser el equipo de la Universidad de Zaragoza, te encuentras puntas, ensenadas y playas que llaman la atención, como Puerto Aragón o Playa Elena, por mi nombre, que es el lugar donde aparece la cabaña.

-No me diga que tiene una playa en la Antártida con su nombre.

-Sí, tengo una playa en la Antártida [risas]. ¡Ya solo me falta una en la luna!

En tres detalles

Ciencias del Mar. Empezó sus estudios en Vigo.

Diplomada en Turismo. Recién doctorada en Arqueología por la Universidad de Zaragoza, es profesora en la Escuela de Turismo de A Coruña.

Traductora jurado. Estudió desde preescolar en un colegio alemán y luego se hizo traductora. Sus padres la animaron a ello.