El baiés Antonio Platas recibe la Medalla al Mérito de los abogados del Colegio Provincial

F. Molezún A CORUÑA / LA VOZ

CARBALLO

El salón de actos del Colegio de Abogados acogió en la tarde de ayer un emotivo homenaje

29 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El salón de actos del Colegio de Abogados acogió en la tarde de ayer un emotivo homenaje al baiés Antonio Platas Tasende, veterano letrado que fue decano del ente colegial y presidente del Consello de la Avogacía Galega. La junta de gobierno acordó por unanimidad entregarle su Medalla al Mérito a Platas por su «intachable carrera y labor como abogado y la entrega, abnegación y brillantez con las que cumplió con su cometido en el colegio». Un acuerdo que, según afirmó el decano de los abogados, Augusto Pérez-Cepeda, «si se hubiera sometido a consulta a todos los colegiados habría tenido el mismo apoyo unánime».

Al acto acudieron familiares, la junta de gobierno del colegio, numerosos compañeros de profesión, el exdecano Jesús Varela Fraga; el presidente de la Audiencia Provincial, José Luis Seoane Spiegelberg, y el exalcalde José Manuel Liaño Flores, entre otros.

Pérez-Cepeda se encargó de pronunciar la laudatio del homenajeado, del que aseguró que se trata de un «abogado de nacimiento». Relató el decano lo mucho que había tenido la oportunidad de aprender al lado de Platas, del que dijo que «se distinguió por buscar siempre acuerdos, un punto de convergencia para solucionar el conflicto» y que goza de la simpatía y admiración de todos los colegas de profesión por su capacidad de «ver lo que los demás no ven». Destacó de su biografía su papel como decano, los 15 años que ejerció como profesor de Derecho Mercantil en la Universidade da Coruña, su lucha pública contra las tasas judiciales y «el desgraciado incidente de salud que padeció en junio del 2013, afortunadamente ya superado», además de descubrir alguna faceta inédita del abogado, como la de «devorador y gran aconsejador de libros».

Por su parte, Platas recordó con emoción sus inicios en la profesión en Baio, «unos tiempos duros, pero muy felices», en los que recorría las aldeas con su máquina de escribir y el Código Civil bajo el brazo en busca de clientes. En su repaso por sus cincuenta años de ejercicio habló también de su traslado a la ciudad de A Coruña en 1971, del primer despacho que abrió en el número 28 de Juan Flórez -donde también vivía su familia- y los esfuerzos que tuvo que hacer para adaptar sus conocimientos a lo que le requería la ciudad: «Fui el mayor estudiante del mundo», reconoció en un discurso cargado de humor en el que arrancó carcajadas de los presentes en más de una ocasión.