El largo camino del suministro eléctrico en la Costa da Morte

LUIS LAMELA

CARBALLO

La antigua sede de Electra del Jallas, en Cee.
La antigua sede de Electra del Jallas, en Cee.

Crónica de la llegada de la luz artificial a los concellos de Soneira y Fisterra

04 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La iluminación eléctrica llegó a Cee, Corcubión y Fisterra a principios del siglo XX. A la primera localidad arribó en 1905, y a la segunda al año siguiente, en agosto de 1906. En Fisterra fue algo posterior, pero bastante antes que a las restantes localidades de A Costa da Morte. Y fue el industrial ceense Juan Cereijo el primero en apostar por suministrar el fluido eléctrico desde su moderna y flamante instalación de la Sociedad Eléctrica Cereijo a las tres poblaciones que hemos citado, dejando obsoletas las farolas de petroleo, carburo y gas y a los centenarios candiles de aceite que acompañaron a nuestros antepasados durante décadas y décadas del siglo XVIII y XIX.

La concesión aprobada por la corporación del Ayuntamiento de Corcubión a favor de la Eléctrica Cereijo para la iluminación pública de la capital municipal fue fijada para un plazo de veinte años. Sin embargo, próximo el vencimiento, y teniendo en cuenta que durante ese largo período surgieron muchos problemas con el suministro, con apagones frecuentes y otras incidencias, en los primeros meses de 1926 el Concello convocó un nuevo concurso, convocatoria que agravió a la antigua concesionaria, decidiendo esta abstenerse de presentar pliego.

No obstante, en ese ínterin, y antes de que el servicio se adjudicase a una nueva empresa, desde el día primero de mayo Juan Cereijo retiró todas las lámparas de la vía pública de la localidad de San Marcos argumentando que el ayuntamiento le adeudaba dos anualidades de suministro, negándose la corporación a abonárselo.

Con esa decisión de Juan Cereijo, las calles de la localidad quedaron sin alumbrado eléctrico público durante una buena temporada, originando un gran disgusto entre todos sus habitantes, hasta que, finalmente, fue adjudicado el contrato a la Empresa Jallas, restableciéndose a finales de 1926 las lámparas en las calles y el suministro eléctrico correspondiente.

Con esta resolución del contrato, y la convocatoria de un nuevo concurso, apreciamos la sensibilidad y la decisión de los dirigentes municipales corcubioneses en disponer de un buen suministro de energía eléctrica para coadyuvar al avance y progreso del pueblo.

La oligarquía económica y emprendedora tenía claro que el progreso pasaba por disponer de tres importantes patas que, en los primeros años de la década que estaba transcurriendo, en los años veinte, eran: la ampliación de las instalaciones portuarias, inclusive las de Brens; el ferrocarril de las tres ces, y un buen suministro de energía que alimentase las industrias y negocios en marcha y a las que pudiesen implantarse en el futuro.

Primer alumbrado

Y, mientras que Cee, Corcubión y Fisterra dispusieron de alumbrado eléctrico público desde mediados de la primera década del siglo XX, en Camariñas no fue inaugurado el servicio hasta el 19 de marzo de 1925, prácticamente veinte años más tarde. Para ello, a finales de 1924 se constituyó una empresa local que firmó contrato con el Ayuntamiento para el suministro y para la instalación de las farolas.

 El día de la inauguración, los vecinos de la capital municipal se congregaron por los alrededores de la central eléctrica, con el fin de asistir a la ceremonia, prorrumpiendo con salvas de aplausos y vivas a los promotores y propietarios de las instalaciones, los señores Cerdeiras y Juan Adell, así como al montador de los motores generadores de la energía, un tal señor Cuenca, en el preciso momento en que apareció la iluminación, continuando la animación y despertando un gran entusiasmo entre todos los vecinos que en su gran mayoría veían por vez primera un alumbrado eléctrico.

No obstante, cuatro años más tarde, en el verano de 1930 se declaró un violento incendio en el edificio de la central eléctrica de Camariñas, quedando en muy poco tiempo reducido a un montón de escombros y cenizas, aunque afortunadamente no hubo que lamentar desgracias personales, provocando un gran sentimiento negativo en la población al ver las calles completamente a oscuras, pasando un largo período en esta situación.

La población de Zas inauguró su alumbrado eléctrico público a finales del año 1926.

Los trabajos de la nueva red eléctrica fueron acometidos por el industrial Manuel Costa García, mientras que en Baio la comisión organizadora de los festejos de San Cristovo, que se iban a celebrar el 10 y 11 de julio de 1926, formada por Romero Carballo, Veloso, Agra y Blanco Rey, realizaban gestiones con José Martínez Vázquez, el hijo del propietario de una fábrica de aserrar madera situada en las inmediaciones del pueblo, con el objetivo de instalar durante los expresados días un alumbrado eléctrico, al mismo tiempo que el propio José Martínez estudiaba llevar a cabo la instalación del tendido por toda la localidad.

Muxía dispuso de alumbrado eléctrico público muy tarde: en 1927. En los primeros meses estaban terminándose los trabajos del montaje de la maquinaria y del tendido por parte del propietario, el indiano A. Bermúdez Abente, un individuo que había residido en Buenos Aires durante muchos años y que invertía parte de su fortuna en el suministro de energía eléctrica a Muxía, capital municipal. Y, prácticamente, de forma paralela, a últimos de 1928 el vecino y médico de Os Muíños, Cándido Insua Miñones, solicitaba un permiso al gobierno civil de A Coruña para el aprovechamiento de agua del río, concretamente en el lugar denominado Pozo de Batán, en el que construía un pequeño salto y una edificación destinada a proporcionar el fluido hidroeléctrico a Muxía. Años más tarde le tocó el turno a la capital municipal de Vimianzo: en julio de 1931 estaban terminando su tendido eléctrico y la instalación de las lámparas en sus principales calles.

Un proyecto truncado

Con la experiencia de haber fundado en 1928 en Úbeda-Jaén la central Hidroeléctrica de La Loma, S.A., el 30 de septiembre de 1930 Pepe Miñones fundó en A Coruña la Electra Popular Coruñesa, una fábrica que empezó a funcionar en 1935.

Conocedor de las carencias que sufría su tierra de origen, esta empresa tenía entre sus proyectos construir una línea de alta tensión hasta Carballo, con el fin de distribuir a posibles clientes energía eléctrica, y el objetivo de ampliarla posteriormente a su comarca natal y a la Costa da Morte en general, objetivo truncado al morir fusilado el 2 de diciembre de 1936 en A Coruña. Y, a partir de ahí, dentro del régimen franquista, en todos los pueblos de esta intercomarca fue la Electra del Jallas, acaparando concesiones y exclusivas del suministro eléctrico.

Sin embargo, las deficiencias siempre fueron frecuentes y acusadas, provocando que aserraderos y demás industrias, así como los usuarios domésticos, no pudiesen trabajar por los continuos cortes de fluido, por el bajo voltaje, por los frecuentes apagones, etcétera, llevando a que las escasas industrias existentes tuviesen los obreros de brazos cruzados durante muchas horas, o a las escuelas con los niños sin poder recibir debidamente clases, provocando y alargando el atraso económico, comercial y social de la Costa da Morte y haciéndolo endémico: se vendían muchas bombonas de cámping-gas, velas de cera, linternas, quinqués o grupos electrógenos y pocos frigoríficos o televisores, motivando a que a Electra del Jallas se le denominase irónicamente, O Fallas.

Mientras la Costa da Morte sufría todas estas deficiencias, la Jallas, al amparo de un plan provincial de electrificación rural, suministraba energía a la fábrica de Carburos Metálicos a través de una línea de 66.000 voltios, sin que dicha ayuda beneficiase lo más mínimo al medio rural y a los pueblos a los que estaba dirigido dicho plan, desviando por tanto las ayudas recibidas a un objeto distinto al concedido. Después de sufrir muchos años carencias fueron José Baluja Marcos y Braulio Astray Romero, de Baio, quienes comenzaron una cruzada contra el estado de cosas, colaborando como mediador el industrial Jesús Cerdeiras, de Camariñas, y algunos otros, ante el magistrado del Tribunal Supremo Evaristo Mouzo.

    Por fin el 12 de diciembre de 1973 el Tribunal Supremo colocó en su sitio a Electra del Fallas. A partir de ahí se pudo mejorar gradual y progresivamente las condiciones del suministro de energía eléctrica en la zona, uno de los más importantes condicionantes, junto con la dificultad de las comunicaciones terrestres, de su atraso actual.

galicia oscura, finisterre vivo

El corcubionés Pepe Miñones fundó en 1930 la Electra Popular Coruñesa

Desde 1905 y hasta principios de los años 30 se fue tejiendo la red de cables