El poder que puede estallar en las manos

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

CARBALLO

14 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El viento de ayer acabó barriendo a los alcaldes que se habían quedado tambaleando el 24-M. Las nuevas mayorías les dieron el golpe de gracia, en una demostración más de que el poder es efímero y que hay que ejercerlo con mucho tiento. Decía el viejo profesor Tierno Galván que el poder es como un explosivo, si no se maneja bien acaba estallando en las manos. A veces la vida es cruel. Antonio Pensado, que llevaba 24 años en el principal sillón del Concello de Coristanco, y después de seis mayorías absolutas, tuvo que abandonar ayer el despacho que ocupó casi cinco lustros justo en el momento en el que en el San Antonio de Agualada, y en el día de su onomástica, estallaban las bombas de palenque de una celebración tradicional y enraizada en los siglos. Y todo ello por 30 votos. ¡Hay que ver lo que pueden hacer cambiar en un pueblo tres decenas de papeletas! Treinta amigos perdidos, treinta votantes que ya han entregado su aliento al destino, treinta ciudadanos descontentos o, simplemente, treinta personas que no tuvieron la motivación suficiente para acudir a las urnas y se quedaron en casa. Sin embargo, las muestras de alborozo vistas en el pleno daban la sensación de que hubo mucha más diferencia que un mero puñado de sufragios. Los aplausos y las expresiones de alegría que estallaron nada más consumarse las votaciones delataron un descontento que fue minando esa torre que parece que nunca se va a derrumbar. El poder prolongado acaba por alterar la convivencia con una parte, pequeña o grande, de la sociedad y, en ocasiones, no vale la pena ejercerlo tanto tiempo si el final se asemeja al de ayer y hay un buen grupo de ciudadanos alegrándose de una derrota, que, al fin y al cabo, es lo que sentenciaron los números en el salón de sesiones. Los argumentos sobre listas más votadas se desmoronan ante la evidencia de las sumas y las restas en el consistorio. Los alcaldes se hacen aún mejores cuando adivinan el buen momento de la retirada, el día de su marcha con dignidad. Al fin y al cabo, los concellos no son suyos y no están más que de paso.

Tanto para nada. Una moción de censura, una ruptura del gobierno local, dos millones de inversiones, el grupo nacionalista roto y siete candidatos para el 24-M para que Ramón Vigo regrese a la alcaldía y en las mismas condiciones que hace cuatro años. Como si por un capricho de Cronos el Concello de Cee regresase al pasado, con casi la misma distribución de sillones para los partidos principales. Ramón Vigo es el único regidor superviviente de la Operación Orquesta, cuya música parece ya casi olvidada en el tiempo. Si sale más o menos vivo del concierto de los tribunales, este mandato puede resultarle fructífero. Es la espada de Damocles que pende sobre su cabeza y todo dependerá de la celeridad de los magistrados para saber si la vida política del nuevo regidor ceense puede ser larga o acabar en la cuneta.

Tripartito. Ponteceso inicia una nueva aventura, con un tripartito que se ha puesto al frente del Concello tal y como se había anunciado. Una nueva etapa después de 22 años de gobierno de José Luis Fondo, que ha asumido su marcha con dignidad. No hubo las algarabías de Coristanco y reinó la normalidad. Los tres pies del nuevo gobierno local tienen ahora la obligación de entenderse y coger por los cuernos los intereses del municipio: continuar por las sendas bien trazadas y enderezar las torcidas.

Lealtad con el pueblo

No será nada fácil la vida política en algunos concellos. Ayer hubo mucha alegría en varios salones, pero a partir de mañana comenzará la tarea de gobernar. Ejercer el poder es difícil, y más si es compartido. Posiblemente algunos que ayer se las prometían muy felices no tardarán en alimentar diferencias. Ya se sabe que el mejor mandato es aquel que se ejerce con justicia, humildad y entrega, mirando por los intereses de los demás y no por el de uno mismo. El poder entraña muchas obligaciones, lo cual suele olvidarse muy a menudo.  Hay consistorios en los que va a ser muy complicado gobernar, como en Corcubión, donde las elecciones no arreglaron nada y la precariedad se prolonga. El exalcalde Rafael Mouzo, con sus canas al viento, tuvo que acudir de nuevo al rescate de los suyos. A partir de ahora, sería conveniente que los grupos (todos) pensasen más en el interés del pueblo que en el del clan. En el consistorio ya dieron suficiente espectáculo en los últimos años, lo que ha demostrado que no les ha servido de mucho, ni a unos ni a otros. Así que ya pueden ir aplicándose en buscar nuevos ámbitos de colaboración y entendimiento. 

 Comienza una nueva etapa, un nuevo período para trabajar por los ciudadanos. Dentro de cuatro años tendrán examen de nuevo. Lo primero es la lealtad con el pueblo.