Un empresario vio como su máquina de 320.000 euros se esfumó en minutos

La Voz

CARBALLO

JORGE PARRI

28 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El empresario Jesús Barrientos que está al frente de Servicios Agrarios Santa Cristina, radicada en el lugar del mismo nombre, en la parroquia vimiancesa de Berdoias, sufrió este sábado uno de los golpes más grandes desde que trabaja en el sector.

Venía de Berdoias, donde acababa de cosechar la última de las miles de hectáreas de maíz que ha recogido este año, cuando la máquina que manejaba, una imponente Class Jaguar de 320.000 euros empezó a arder.

El porqué ni él mismo lo sabe, aunque apunta que son máquinas que trabajan a muy alto régimen prácticamente durante todo el día, con lo que es posible que se diese un problema de sobrecalentamiento que desembocó en el incendio.

Barrientos lo que hizo «foi saltar dela» para evitar que las llamas le afectasen y, aunque pudo salir ileso, tuvo que asistir impotente a como el fuego lo devoraba todo, incluido el cabezal de corte, que es intercambiable para realizar otras tareas agrarias y que tiene también un alto valor económico.

Más habitual de lo que parece

Como destaca el empresario, su caso no es único y, por raro que parezca, esta clase de averías fatales se producen bastante más a menudo de lo que sería deseable. «A semana pasada aínda ardiu outra en Cerceda», apunta el profesional, para quien la maquinaria es la parte fundamental de la inversión realizada y también la clave de su negocio.

Este año concretamente la campaña no se les ha dado mal. «Non houbo queixa», dice, porque como el tiempo acompañó pudieron prolongar los días de labor más que en temporadas anteriores. En cualquier caso, es una actividad muy estacional en la que se factura mucho dinero pero en un espacio de tiempo corto, con lo que una pérdida de este tipo -aunque Santa Cristina tiene otras cuatro cosechadoras similares - podría resultar irreparable para la empresa.

Barrientos aguarda ahora que la póliza de seguros contratada se haga cargo de los daños. «Eso é o que esperamos, pero a ver», señala el trabajador, que todavía no tiene confirmación de que va a pasar con su inversión.

Entre tanto, los restos de la cosechadora, que está completamente irrecuperable, aguardan en el margen de la calzada, fuera de la zona en la que podrían interrumpir el tráfico. Junto al plástico negro que tapa los hierros calcinados, todavía se puede advertir como el fuego estuvo a punto de extenderse al monte, antes de que lo atajasen los bomberos y Protección Civil.