La labor la llevó a cabo la empresa de José Caamaño, una firma de la zona que se dedica a los servicios forestales y lo hizo por encargo de los dueños de la parcela. Una propiedad que pertenece a Celestino Campos Villar, de la conocida como Casa Grande de Vilaseco (Castrelo). Su hija Dolores, preguntada ayer por este asunto, confirmó que los trabajos se realizaron pero negó se alterase el estado de la mámoa, que, desde su punto de vista, simplemente se distingue del resto de la finca porque «hay un montón de terra algo máis alto».
Duda además que en ese punto quede algo de interés, como ocurre en Pedra Cuberta, u otros enclaves próximos y afirma que no tiene constancia de que la Administración realizase estudio o señalización alguna allí.