Los enemigos de la autovía son un peligro

CARBALLO

28 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El Gobierno, la sociedad y la Costa da Morte perdieron y dejaron pasar el ferrocarril de las tres C, que uniría A Coruña, Carballo y Corcubión. Ocurrió hace un siglo. En 1907 se aprobó y, a pesar de las lamentaciones, quejas y demandas, se quedó en el olvido, muerto en un cajón. Ya estaba adjudicado a la Sociedad Española de Ferrocarriles Secundarios, pero la empresa no llegó a poner ni la primera piedra y todo este territorio se quedó alejado de las posibilidades de progreso. Solo los emigrantes encontraron vía de salida y, a veces, de vuelta. El desarrollo se quedó estancado en las viejas corredoiras, la mayor parte de ellas pavimentadas gracias a los dineros llegados con el Estado constitucional. La autovía de la Costa da Morte estaba en peligro de quedar en la misma situación, lo que sería otro fiasco para la comarca. Últimamente estaba teniendo dos enemigos muy fuertes. Uno, la crisis y el grifo de los bancos cerrado a cal y canto a pesar del rescate de las entidades financieras. El otro, la presión de otros territorios de Galicia que ya disponen de buenas vías de comunicación desde hace decenios, pero reclaman mejoras para incrementar su confortabilidad y sus condiciones de desplazamiento. Y no dudan en tachar el proyecto de la vía de Carballo a Berdoias como innecesario e inversión inútil. La presión es tan despiadada como feroz. Atacar a la Xunta para reclamar inversiones argumentando que hacerlas en este rincón Atlántico es inútil porque hay muy poco movimiento es como querer colocarle una piedra en el pescuezo al que se hunde en el agua. La guerra Norte-Sur se vive aquí a la inversa. La autovía de la Costa da Morte no solo es un proyecto ideado para compensar la desastrosa gestión del Prestige y los efectos del naufragio. Es una necesidad de decenios para evitar que este territorio quede aislado del desarrollo. Viajar desde los puntos más alejados de esta zona hasta la capital de la provincia o de la Comunidad Autónoma es una odisea, para los ciudadanos y para las empresas, que sufren graves dificultades para colocar sus productos en el mercado en condiciones de igualdad que las ubicadas en otras áreas de Galicia.

Abandonar la autovía supondría una afrenta tan grave como la pérdida del ferrocarril de las tres C, además de un error histórico de la Administración. Una condena al atraso a perpetuidad, un palo más para una región castigada históricamente con las peores condiciones para producir y para vivir. Menos mal que clarea. Once años después de anunciada y tras dos paralizada, parece estar próxima la fecha de la reanudación de las obras de la autovía. El ahogo financiero al que los bancos condenaron a las empresas durante este tiempo ha abonado la maleza en los desmontes, que dejaron la Costa da Morte abierta en canal, con sus entrañas y su desespero al aire. La Xunta ha decidido priorizar el tramo Carballo-Baio y lo importante es que los trabajos se reanuden, pero una cosa ha de quedar clara: el resto de la obra no puede quedar abandonada. Lo bueno es que todo parece indicar que de un día para otro habrá máquinas operando en el trazado. Y, si no hay inconvenientes, el trozo hasta la entrada en la comarca de Soneira estará listo en el 2016. Si no es así, la propia Xunta quedaría en muy mal lugar. Cuatro años y el gran proyecto, el más deseado y el más prometido, sin ejecutar. Es, pues, el último tren para el progreso de la Costa da Morte y no se puede dejar pasar de nuevo, como ocurrió hace un siglo.