Furna das Grallas, la catedral de los mil colores

Xosé Ameixeiras
X. Ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

La Furna das Grallas esconde un mundo de belleza entre los acantilados

14 sep 2014 . Actualizado a las 22:06 h.

La costa oriental de Malpica es un mundo por descubrir. Algunos de sus acantilados producen vértigo y, además, esconden furnas y galerías de las que saben el mar y los percebeiros más avezados. De ser accesibles, se convertirían en un atractivo turístico de primer orden. Uno de esos lugares es la Furna das Grallas, una especie de templo natural, de unos 60 metros de largo, a los que solo se puede llegar cuando hay mareas vivas. Hay muchas catedrales que se hacen llamar de los colores (Siena, Mallorca, Sevilla, San Basilio, etc...) por la variedad se sus mármoles, sus vidrieras góticas, los frescos o las figuras pintadas, pero la verdadera y la más natural está entre la punta Falcoeira y la punta Falsa, en uno de los lugares más bravos de la Costa da Morte, con la playa de San Miro y su riachuelo cayendo en cascada para adornar el entorno próximo.

La Furna das Grallas es la auténtica catedral de los mil colores. Esta muy bien guardada. El mar es su centinela. Cuando las mareas vivas lo permiten, unos cuantos días al año, el malpicán José Manuel Pérez Veres, que sabe todos los secretos del litoral de su municipio, dirige a sus invitados a ver su secreto mejor guardado: una extraordinaria cavidad horadada por el mar en el acantilado con rocas verdes, grises, azules, amarillas y otros colores e infinidad de tonos. Las anfibolitas y los esquistos, con la ayuda de los líquenes y otros microorganismos incluso adquieren tonos rosáceos, todo un misterio en una gruta de ensueño.