Las aguas revueltas de la política local

CARBALLO

14 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

ara solis

La semana comenzó con un sobresalto en el consistorio de Carballo. La oposición dio un golpe en la mesa e hizo valer su mayoría dejando el mastodóntico contrato de la gestión del agua sobre la mesa. Un apuro para el gobierno local, que tuvo que tragar el polvo de su minoría. PP, Terra Galega y PSOE se subieron al gallinero y proclamaron a los cuatro vientos, a ocho meses de los comicios locales, el peso de su voto para hacer arrodillar al ejecutivo de Evencio Ferrero, que entendió a la primera el mensaje de sus oponentes y abrió las manos a la negociación para conseguir los apoyos para una de las actuaciones más importantes del mandato: adjudicar de nuevo la gestión completa del servicio de abastecimiento y saneamiento por otros 20 años y por la muy estimada cantidad de casi 60 millones de euros. En realidad, lo que pedían desde los asientos de enfrente tampoco era para rasgarse las vestiduras. En tres días, asunto resulto. Una reunión de la junta de portavoces permitió que las aguas volviesen a su cauce y la sangre no llegase al Anllóns. Unas cuantas tachaduras en las bases de contratación y el consenso surgió floreciente. En realidad, tampoco eran tantos los motivos de la discordia y ni unos ni otros tenían ganas de discutir mucho sobre un contrato en el que todos tienen más que ganar que perder. Impedir la contratación podía dejar a unos tan mal parados como a los otros por no conseguirla.

La oposición podría haberse subido al árbol e impedir que el procedimiento siga su curso, como el gobierno también podría haber tenido la tentación de cerrarse en banda y acusar a sus oponentes de intentar bombardear la prestación del servicio. La cordura, pues, ha imperado y el acuerdo es real. Es cierto que no es la primera vez que ocurre en el seno de la corporación carballesa, que demuestra que es bueno que los políticos ejerciten la responsabilidad porque, quieran o no, de este modo son más valorados por la sociedad.

Vimianzo. Las aguas políticas no clarean en Vimianzo. Continúan bajando revueltas. Cuando no es por una cosa es por otra, pero la liorta se mantiene viva. Cuando no es en el consistorio mismo es en su entorno. Ahora son los partidos de la oposición, PP y PSOE, los que tienen que lamer las heridas de los tres años y pico de guerras municipales. Los populares han puesto un sargento de hierro para poner orden en las desvencijadas filas conservadoras, después de los descalabros producidos por la sucesiva marcha de Carmen Borbujo y Pablo López, amén de la de Eduardo Salgado, cuando comprobó que los derroteros del partido iban por otros muy distintos de los suyos. Los socialistas, a pesar de la formación de un nuevo equipo directivo recientemente, y aparentemente saneado, va camino de ahogarse antes de llegar a la orilla. Los propios nuevos dirigentes denuncian que alguien está socavando la tierra debajo de sus pies.

Quien a hierro mata... Tampoco en Camariñas están calmadas las aguas populares tras el nombramiento del nuevo presidente de la gestora. Según el hasta ahora líder, Daniel Rego, lo hicieron a sus espaldas y sin contar con él. Rego, que las mantiene tiesas con la dirección provincial desde hace un tiempo, se revuelve y parece querer vender cara su piel. Sin embargo, debería tener en cuenta que quien a hierro mata, a hierro muere. Debería recordar que, cuando él llegó, al que estaba le sucedió lo mismo.