Prospectiva preventiva de los territorios

Luis García

CARBALLO

10 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Según los expertos, la raíz de los problemas de las zonas rurales es de índole demográfica: crecimiento vegetativo y emigración suman sus fuerzas y multiplican sus efectos.

Bajas tasas de natalidad y elevadas tasas de mortalidad hacen que tengamos un crecimiento vegetativo negativo. Y en no pocas zonas el envejecimiento poblacional se convierte en oportunidad de negocio, iniciativas empresariales que desarrollan productos para el segmento de población de más edad, que en muchas parroquias de Galicia es hegemónico.

La emigración, no necesariamente al extranjero, es el otro factor determinante del declive demográfico. A la vez que se despueblan las zonas periféricas, crecen las capitales comarcales (Carballo puede ser un buen ejemplo), las capitales de provincia y sus respectivas áreas metropolitanas. Se desplazan a estas áreas jóvenes en busca de oportunidades de empleo y no tan jóvenes, atraídos por la oferta de servicios varios: sanitarios, sociales de ocio, etc.

Esta situación no es nueva y con frecuencia ha habido, más que políticas serias, ocurrencias de tipo populista que en algunos casos primaban los nacimientos o empadronamientos; pero ahí quedaba todo.

La prospectiva preventiva de los territorios es una metodología de trabajo que consiste en implicar a la población local (responsables políticos, empresas, asociaciones...) en el diseño de futuro del propio territorio. Consiste, en primer lugar, en analizar las problemáticas y las consecuencias que tendrán a medio y largo plazo. En segundo lugar, esbozar los posibles escenarios de futuro a partir de lo anterior. Y el último paso sería el de manos a la obra: ponerse a trabajar por el escenario que la población local determine como más favorable.

El declive de las zonas rurales no es inexorable.

Depende de la capacidad de los habitantes del lugar de idear su propio futuro. A la Administración le corresponde el papel subsidiario de crear unas condiciones favorables, tal vez discriminación positiva, para permitir la pervivencia de los territorios menos favorecidos. Unos modelos educativos que tengan en cuenta el valor y la singularidad de lo local son una inversión segura para la estructuración del territorio, pues es a los jóvenes de hoy a los que atañe la responsabilidad de irrigar el propio territorio con ideas, esfuerzo y un arraigado sentimiento de pertenencia.