Los últimos veleros

miguel san claudio

CARBALLO

La Primera Guerra Mundial acabó con estos históricos barcos

16 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Este año lamentaremos el inicio de la que fue conocida por sus coetáneos como Gran Guerra. Denominación muy adecuada para la mayor guerra conocida hasta entonces por la humanidad. De sus consecuencias, sobre todo por los errores cometidos a su conclusión, surgió otra que empequeñeció a la primera y que conocemos como Segunda Guerra Mundial. Ambas tuvieron, como si de un circo se tratara, una de sus pistas -y no la menor- en las aguas del Atlántico Norte, ese que baña a Galicia.

Aquella primera locura europea que ensangrentó al mundo, tuvo como consecuencia la desaparición de muchas cosas antiguas y el nacimiento de otras nuevas, que como todos los nacimientos surgieron en medio de lágrimas y sangre, mucha sangre. Desaparecieron imperios casi milenarios, surgieron nuevas naciones, novedosas ideologías vieron establecidos sus preceptos sobre grandes masas de población, y así, sin corregir casi ningún problema anterior, el final de la Primera Guerra Mundial trajo nuevos conflictos que acabarían estallando apenas una generación después.

Entre aquellas cosas que desaparecieron, hubo una que había dominado los mares durante los últimos 2500 años. Así, los barcos de vela habían comenzado a ver declinar su importancia hacia mediados del siglo XIX, cuando el empleo del vapor como propulsión en los buques se hizo cada vez más eficiente y económico. Las ventajas de no depender -o casi- de las condiciones meteorológicas, hizo que los armadores confiaran cada vez más en este tipo de buques. Desapareció así el tráfico comercial a vela, el cual quedó definitivamente desplazado de los circuitos comerciales al final del segundo conflicto mundial.

Anteriormente a la Primera Guerra Mundial, los barcos propulsados por el viento poco a poco fueron decreciendo en número, siendo superadas las botaduras de barcos a vela por las de los de vapor. Aquellos se vieron relegados cada vez más a tráficos marginales y fletes de poco valor, donde la economía de su propulsión se impusiese a la rapidez, principalmente en el caso de transportes a grandes distancias.

La guerra contra el tráfico marítimo de los aliados fue una necesidad que se impuso en el Alto Mando alemán en cuanto la guerra en Europa se estabilizó en frentes de trincheras. Mientras los imperios centrales apenas podían recibir materias primas por el bloqueo naval impuesto por los aliados, estos recibían aportes de hombres, armas y materias primas, tanto de sus colonias como de los países neutrales que, como España, hacían pingües negocios gracias a la guerra. Dado que el dominio del mar se sustentaba sobre la abrumadora superioridad Británica y del resto de sus aliados, a los alemanes no les quedó más remedio que recurrir a la poco ortodoxa -para entonces- arma submarina. La lucha se trasladó a impedir la llegada de mercancías al enemigo, atacando a los buques mercantes que soportaban el tráfico.

No se repusieron

Entre los mercantes aún existía un cierto número de buques a vela, desde grandes bricbarcas de cuatro mástiles y varios miles de toneladas -como la Victorine hundida el 7 octubre 1917 por el U 89 a 96 millas al NW de cabo Ortegal- a pequeñas goletas de madera que apenas rebasaban el medio centenar.

Por otra parte, la exitosa campaña submarina hizo que los aliados empezaran a quedarse cortos de naves para transportar la creciente necesidad de suministros. Para paliar esa necesidad se hizo necesario recurrir a cualquier cosa que flotara, literalmente. No es extraño encontrar pequeñas goletas del otro lado del Atlántico, como la canadiense Percy B, hundida por el U 60 al noroeste de Vilán en septiembre de 1917. Estos buques de vela hundidos durante la contienda no se repusieron una vez acabada esta. El fin de la guerra puso en el mercado una inmensa cantidad de buques de todo tipo construidos durante el conflicto, por lo que al término del mismo no era necesario abordar nuevas construcciones que paliaran las pérdidas. Dado que esas construcciones eran básicamente vapores, los buques de vela vieron desaparecer gran número de sus últimos representantes en la guerra.

Naufragios en la costa da morte