«Mariano» se repone en Oleiros para su viaje de vuelta a casa

Manuel Rey
manuel rey CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

El animal descansa en la piscina bajo la mirada de uno de sus cuidadores, Jorge Pardo .
El animal descansa en la piscina bajo la mirada de uno de sus cuidadores, Jorge Pardo . paco rodríguez< / span>

El mamífero marino será operado de las heridas a lo largo de esta semana

27 ene 2014 . Actualizado a las 12:06 h.

Mariano lleva desde el jueves en Oleiros, pero no ha acusado para nada el cambio de hogar. Ahora permanece en una pequeña piscina. Se muestra muy tranquilo y afable con los cuidadores. Y no ha perdido ni un ápice de su apetito: el sábado comió más de veinte jureles. La foca aún tiene por delante dos intervenciones. «Hay que coserle con puntos las heridas del ojo y del costado», explica el director del Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Oleiros, Juan Sánchez-Tembleque. También están pendientes de unos pequeños problemas respiratorios, ya que estos animales son muy sensibles a la neumonía. Si todo marcha bien, Mariano volverá pronto a casa, en las aguas del Atlántico.

Su historia conocida comenzó en Malpica. Allí, como en todo puerto de mar, los vecinos ociosos suelen pasar la mañana comentando cómo ha ido la jornada de pesca y discutiendo sobre lo divino y lo humano. Solían hacer eso, pero la pasada semana, Mariano dio un vuelco a su rutina. Este ejemplar macho de foca gris llegó a la zona del puerto arrastrada por el temporal. Lo bautizaron con el nombre del presidente del Gobierno. Las razones las explicaba Juan Toja, vecino de la localidad. «Algunha xente dicía que estaba ben, pero eu vía que a pobre foca tiña feridas e queixábase. É coma neste país, que uns din que todo vai ben pero moita xente está sufrindo», comenta Toja con retranca.

En un par de días, la foca se convirtió en un fenómeno mediático. Casi a todas horas, un corrillo de gente comentaba sus andanzas desde la distancia. Él andaba a lo suyo. Permanecía largos ratos en la rampa, casi sin moverse. «Algúns dicían que durmía e outros, que estaba agonizando», recuerda Juan Toja. De cuando en vez, se sumergía en busca de algún pez.

El peligro de los aparejos

Sin embargo, pese al cariño que muchos le habían cogido al mamífero, Malpica no era el mejor lugar para él. Así lo consideraron los miembros del Cemma y del centro de fauna salvaje, que estuvieron supervisando el estado del animal desde el primer día. «Las heridas más frecuentes en este tipo de especies son las causadas por los aparejos de los barcos pesqueros, y es probable que Mariano sufriese algún problema si continuaba allí», explicó Jorge Pardo, trabajador de las instalaciones en las que vive ahora el animal. «Además, aquello se había convertido en un circo. La gente intentaba tocarla y se acercaba demasiado. Podría reaccionar violentamente y hacer daño a alguien o a sí misma», afirma Pardo.

La foca de malpica en su nuevo hogar