Un escaparate internacional para ser visto y para contactar

La Voz

CARBALLO

24 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Puede que dentro de unos años Fitur deje de tener sentido, desaparezcan los folletos y las presentaciones y muchos de los actos que se llevan a cabo de manera ininterrumpida. Algunos profesionales llevan años advirtiendo sobre esta tendencia al cambio, y la caída de visitantes parece darles la razón, o puede que haya influido más la crisis. Pero, de momento, Fitur sigue siendo ese escaparate internacional en el que ver, ser visto, contactar, aprender de los demás, informarse, darse a conocer y moverse por los entresijos de la principal industria española. Las decenas de miles de visitantes atestiguan su fortaleza.

En este contexto se mueve la representación de la Costa da Morte. Paradójicamente, aunque más modesta que años anteriores (salvo el pasado), mucho más presente. Seis presentaciones en una jornada era inimaginable. Ayer, sorprendente. Hoy ya habrá menos. Dos, a lo sumo, Malpica en Turgalicia y un acto deportivo con Dumbría, que ha apostado por el deporte y O Ézaro para promocionarse. Turgalicia vende sobre todo el Camino (por Mazaricos, por cierto, pasaron el año pasado 20.000 visitantes) y las cuatro provincias, con tres fotos de Fisterra, Muxía y el dolmen de Dombate, además de algunos folletos y unas grandes tiras que imitan el encaje. Los concellos de la Costa da Morte, la relación directa con todos los interesados, además de un material de una calidad envidiable que recuerda los buenos tiempos económicos. Alfredo Cañizo, de Malpica, sigue fiel a su plan de trabajo de otros años y busca el tú a tú con cuantas instituciones o entidades puedan estar interesadas en estrechar lazos. Cada uno, en fin, se busca la vida como puede, que es lo que ha ocurrido siempre, y no solo en el turismo.

Por los pasillos se percibe un amago de recuperación de visitantes tras el bajón del año pasado, pero este tipo de percepciones solo se valida cuando los organizadores dan a conocer las cifras oficiales: varían mucho de un pabellón a otro (incluso de la situación), y desde luego también de una jornada a otra. Lejos quedan aquellos años de apartarse a codazos (literalmente) en los pasillos más concurridos. Ahora, la feria, un pequeño mapamundi, parece más accesible y humana.