Una tragedia en la oscuridad

Miguel San Claudio

CARBALLO

Así fue recreado en una ilustración de aquella época el naufragio del Salier.
Así fue recreado en una ilustración de aquella época el naufragio del Salier.

Un total de 281 personas, de las que 51 habían embarcado en A Coruña, fallecieron en el hundimiento del «Salier»

20 dic 2018 . Actualizado a las 19:13 h.

El tramo de la Costa da Morte que mayor tributo se ha cobrado en vidas humanas es el que discurre entre el puerto de Lira, en Carnota, y la isla de Sálvora. Un elevado número de buques, sin contar el incesante goteo de pequeños pesqueros, han sembrado de desolación estas costas, luto que han trasladado a pueblos y comarcas de toda Europa. Los temibles bajos de Corrubedo y los no menos peligrosos de los Meixidos a la entrada de la ría de Muros, constituyen dos verdaderos cementerios de buques, entre los más poblados del planeta.

Los pecios del Larache (85 víctimas), Dom Pedro (88), Santa Isabel (213), Friesland (144) y, por supuesto, el famoso acorazado HMS Captain con un aterrador balance de 483 desaparecidos, distinguen a este corto tramo de costa como uno de los que más víctimas han ocasionado en todo el occidente Atlántico. Los bajíos que se adentran en el mar a gran distancia de la costa y la cercanía a la ruta marítima más transitada de la Historia, explican tan alto número de desgracias.

A una de ellas nos referimos al tratar de la desaparición del trasatlántico alemán Salier, ocurrido en los bajos de las Basoñas, frente a la playa de Xuño, la noche del 7 al 8 de diciembre de 1896, en medio de un tremendo temporal. El Salier, era un vapor mercante mixto, de 3.214 toneladas, construido en 1875 en Hull Inglaterra, pertenecía a la compañía Norddeutscher LLoyd, de Bremen. Era un buque de tamaño muy respetable para su época, y solo la fortuna hizo que llevara solo un bajo porcentaje del pasaje que podía transportar. Su capitán, Herr Wempe, era un buen conocedor de nuestras costas, pues había estado al mando de otros buques que por aquí habían navegado.

El barco provenía del puerto de Bremen, navegó a A Coruña, desde donde debía aparejar para Vilagarcía a completar la carga y el número de pasajeros. De aquí partiría hacia Vigo y finalmente hacia América del Sur.

Familias de emigrantes

Cuando fondeó en A Coruña, tras un agitado viaje que le había ocasionado varios desperfectos y arrancado dos botes salvavidas, conducía 162 pasajeros, la mayoría emigrantes rusos y polacos embarcados en Alemania y Holanda. Muchos de ellos eran judíos huidos de las persecuciones que se desarrollaban por entonces en el Imperio Ruso. En A Coruña embarcaron 51 emigrantes. La mayoría provenían de las provincias de Lugo, A Coruña y Pontevedra y eran familias enteras que habrían de desaparecer en el naufragio.

Este era el último viaje que tenía previsto hacer para la compañía alemana, ya que había sido vendido recientemente a un nuevo armador. El viaje de A Coruña hasta Vilagarcía duraba aproximadamente 7 u 8 horas, por lo que comenzó a reinar la inquietud al haber transcurrido más de un día desde su partida. Los consignatarios cursaron telegramas entre varios puntos de toda la costa, hasta que uno procedente de Ribeira dio cuenta de que se había producido un naufragio en los bajos de Corrubedo y que ya iban recogidos 28 cadáveres. Posteriormente, el patrón de un barco que pasaba por la zona y que llegó a A Coruña, dijo haber visto perderse un buque grande cerca de Corrubedo.

Los hechos se reconstruyeron de la siguiente manera. La noche del 7 al 8 de diciembre de 1896, se producía un temporal con fuertes vientos del suroeste que, unidos a la corriente que tales vientos provocaban, le ocasionaron un imperceptible abatimiento hacia tierra firme. La cerrazón impidió a los oficiales corregir la deriva, además de impedirles tomar una situación con las referencias de los faros. El barco navegaba a ciegas hacia su final.

El choque contra los bajos debió provocar tales averías en el casco que lo precipitó al fondo sin tiempo para tomar ninguna medida de salvamento. Como consecuencia del fuerte viento el mar era duro lo que probablemente contribuyó a aumentar las averías y precipitar el fin. Ninguno de los cadáveres recuperados llevaba el chaleco, lo que confirma que el hundimiento sobrevino sin el más mínimo aviso, probablemente con los pasajeros durmiendo.

naufragios en la costa da morte