Una vida perdida por una reclamación de Hacienda

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

CARBALLO

La coristanquesa María Ángeles Lorenzo no soportó que le exigiesen tributos por la pensión como viuda de emigrante

16 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Era unha muller moi extrovertida, moi alegre e amiga de falar con todo o mundo», pero cuando Hacienda le exigió 4.000 euros más de tributos por la pensión que percibía como viuda de un emigrante no aguantó más y se quitó la vida.

Quien explica los hechos es Gonzalo Leis, el hijo de la fallecida, que ahora, casi cinco meses después, quiere que su historia se sepa «para que se vexa que as decisións políticas teñen consecuencias e que esta lei -la que exige cotizaciones retroactivas a los pagos del extranjero- foi feita a traizón».

Su madre, María de los Ángeles Lorenzo Rey, que tenía 49 años cuando murió el 22 de junio pasado, no había trabajado en el extranjero. Ejercía de ama de casa y sacristana de la parroquia de Erbecedo (Coristanco). Fue su marido, al que perdió por un cáncer el 30 de diciembre del 2006, el que trabajó en la construcción y las vías del tren de Berna (Suiza) prácticamente desde niño.

«Iso foi moi duro, pero superouno e agora estaba cun señor, tamén viúvo e, despois de todo o que pasou, podemos dicir que se atopaba nun bo momento, pero en canto chegou o aviso de correos un venres veuse a baixo», cuenta Gonzalo, quien no creyó a su madre cuando le anunció lo que iba a hacer.

«Acabábamos de facer uns arranxos na casa, cambiar as ventás e iso, polo que na conta había algo más de 1.000 euros e pedían 4.000. Díxenlle que non se preocupase que xa iamos cobrar a paga dobre e que habiamos de solucionalo, pero ela empezou a pensar que nos podían embargar a casa e non encontraba unha saída», relata el hijo de la fallecida, que aunque hace gala de una entereza encomiable no olvida los últimos momentos de su madre y, sobre todo, los motivos que, a su juicio, lo han dejado huérfano. «Por máis que lle dixen que non se preocupase polo diñeiro, o venres as oito da mañá foi para o banco pagar e o sábado foi cando eu a atopei», concluye Gonzalo quien afirma que «os cartos importan tres narices». Lo que él quería era tener a su madre: «Non atoparás nin unha soa persoa que non fale ben dela», dice. Su marcha, unida a la del padre en el 2006, ha dejado solo a este coristanqués, hijo único, sin problemas económicos, porque tiene una pensión por incapacidad parcial y un trabajo por horas, pero también sin una explicación de por qué se ha producido esta muerte perfectamente evitable.