En esa portada de la que mañana se cumple un siglo, La Voz destacaba la importancia de la Costa da Morte para contar con conexión ferroviaria, especialmente por su poder económico: «Corcubión y Cee con sus industrias y su puerto, que cada vez adquiere mayor importancia, por lo mismo que es el más occidental de Europa; Fisterra, con sus inagotables pesquerías; Muxía y Camariñas, con sus puntillas, maderas y cereales; Dumbría, Vimianzo, Zas, Santa Comba, Carballo, Laxe y Coristanco, con sus industrias florecientes; las comarcas enteras de Xallas y Bergantiños, que como muy bien decía nuestro amigo Alejandro Lastres, son el granero de Galicia y el establo de media España».
Exportaciones
Estos datos se ampliaban cuatro días después, el 18 de octubre de 1913: «Exportamos más de 2.623 toneladas de maderas, pinos talados. Los cortados a 10 kilómetros al interior apenas pueden exportarse, por dificultad de comunicaciones. Así, vamos que los pinos valen en Corcubión siete pesetas, y en el interior, dos. De sardina prensada, congrio, pulpo curado y langostas, exportamos más de mil toneladas, entre las procedentes de Fisterra, Muxía y Camariñas. Las puntillas exportadas a la Argentina en 1905 alcanzaron un valor de 828.760 pesetas, y las enviadas a Cuba y México, 270.000. Todas estas mercancías se envían por la vía marítima o automóvil. Como el transporte es costosísimo, de las ferias de Berdillo, Baio, Vimianzo, Olveira y Bermún se envían a A Coruña manadas de bueyes, que tienen que recorrer a pie más de 70 kilómetros, perdiendo peso. Y lo mismo ocurre con los caballos salvajes, que en cantidades crecidísimas se envían a las minas asturianas».