Una buena manera de quemar pólvora en Fitur

CARBALLO

03 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Fitur suena como muy familiar en la Costa da Morte, muestra de que esta comarca lleva años de esfuerzos para promocionarse entre lo más granado del turismo mundial. Es un especio visitado por príncipes, presidentes de gobiernos y altos dignatarios de numerosas naciones. Sin embargo, a veces, se habla de la muestra de Madrid como quien va a la feria de Paiosaco, a la fiesta del cocido de Lalín o a la degustación del percebe de Corme. Un mercado al que uno va a hacerse unas fotos con celebridades, a tomarse unos chupitos con los amigos, estrechar la mano de las autoridades -muy de capa caída esta temporada, todo hay que decirlo-, a darse un garbeo o a ver qué pasa por la capital. Promocionar la Costa da Morte en un foro como Fitur ha de tener un sentido. Tiene sus exigencias si es que no se quiere tirar el dinero público como quien lo arroja al contaminado Manzanares. En primer lugar, es necesario haber elaborado un plan y disponer de un producto. En parte, lo hay, y bueno, sobre todo en lo que se refiere a recursos naturales, aunque algunos de los otros elementos de esa mercancía están deficientemente trabajados. No es un secreto y mientras no se reconozca que es así es imposible avanzar. En segundo lugar, es preciso saber venderlo, con el envoltorio adecuado, la imagen oportuna y eligiendo bien a los clientes que puedan disfrutarlo. Y, por último, venderlo y conseguir que el comprador quede satisfecho, repita y proclame urbi et orbe lo inteligente que ha sido escogiendo la oferta que se le ha llevado desde el Fisterra. Este año hay un producto inmejorable, que es la etapa de la Vuelta Ciclista a España, con final en Fisterra después de pasar por O Ézaro. Se ha puesto un buen envoltorio y seguramente el éxito está asegurado. Se ha demostrado que este acontecimiento puede llevar las imágenes de la Costa da Morte a millones de hogares y cafeterías de todo el mundo y dejar un gran impacto positivo. Es una muestra de cómo se pueden ver rentabilizados los esfuerzos económicos y humanos por un éxito más o menos probable. La serpiente multicolor arrastrando su esfuerzo y sudando tinta por la ladera del Pindo para llegar pedaleando hasta el fin del mundo es una imagen impagable, algo que difícilmente se borrará de la mente de millones de espectadores. Un paisaje excelso asociado al esfuerzo sobrehumano de unos deportistas a punto de desfallecer. Además, hubo dos asociaciones de hosteleros (de Fisterra y Muxía) que tenían su producto determinado y con un buen envoltorio. Una de las entidades incluso contó un exministro escritor para lanzar a los cuatro vientos una verdad histórica: «El Camino no acaba en Santiago, sino en Fisterra». El camino de la luz que se apaga cada día en el océano y es inalcanzable. El Camiño de Fisterra es nuestro gran producto turístico, con profundas raíces hincadas en la historia de Europa. Esta misma Europa que mira con admiración hacia un rincón que le ha dado sentido durante los siglos. Solo con ideas así, merece la pena ir a quemar pólvora a Fitur.