Javier Bueno Lema recuerda con cariño las tardes en la Carballeira, donde ya de joven ayudó a poner en marcha el famoso festival folk
09 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.A las nuevas generaciones de alumnos de Ingeniería Agroforestal les cuesta creer que tras la imagen seria y formal del director de la Escuela Politécnica Superior de Lugo se «esconda» un gaiteiro vocacional. Un magnífico músico (también toca con maestría el saxo y el whistle) y fundador del mítico grupo folk Fía na Roca, una formación que en los noventa revolucionó el panorama musical gallego y que incluso llamó la atención de la británica BBC, que escogió su música como banda sonora para el programa con el que promocionó el Xacobeo 93 en toda Europa a través de la cadena Eurochannel.
Con la formación folk el zasense Javier Bueno participó en los principales festivales internacionales, incluido, por supuesto, el de la Carballeira de Zas, una fiesta que él y otros jóvenes de su generación ayudaron a recuperar. «Nunca imaxinamos que a Carballeira chegaría a ser o que é hoxe, porque o noso obxectivo cando a puxemos en marcha alá polos oitenta só era recuperar unha romaría tradicional que se facía ao lado do río. Pouco a pouco foron xurdindo novas ideas e creceu ata o que é hoxe», explica orgulloso el profesor e investigador Bueno Lema, quien confiesa que siempre intenta escaparse el primer sábado de agosto para disfrutar de la música en su querida carballeira. «Vou a Zas sempre que podo, pero a miña vida está agora noutros campos e, por desgraza, non sempre estou dispoñible», cuenta Bueno, quien dejó por primera vez su Zas natal nada más cumplir los once años. «A única opción que tiñamos os rapaces da miña xeración para seguir estudando era marchar para Carballo, A Coruña ou Santiago, así que os meus pais decidiron mandarme ao colexio compostelán de La Salle, onde estiven interno sete anos. Foi duro, claro, pero regresaba todas as fins de semana e en vacacións, así que podo dicir que a miña foi unha infancia tranquila, rural e feliz», dice con una sonrisa.
Confiesa con retranca que siempre fue «un neno aplicado, sen condeas, delictos nin antecedentes infantis», y recuerda con cariño una niñez en la que «aínda podiamos estar todo o día na rúa, sen perigos, nin preocupacións». Unos años, dice, en los que «o normal era estar todo o día fóra e íamos aos montes e aos ríos sen medo algún». Una época en la que, recuerda, no le quedó más remedio que ejercer de hermano mayor de cuatro chicas -«non sei se o faría ben, haberá que preguntarlle a elas», dice-, y en la que las eternas tardes de verano tenían siempre como punto de encuentro su querida carballeira. «Cando era pequeno había unha zona de baño no río e alí íamos a diario, así que non botabamos de menos a praia», recuerda.