«Pasei moitos veráns chamando ás vacas para sachar o millo»

CARBALLO

<span lang= es-es >Con los amigos del colegio Leus</span>. Santiago sigue reuniéndose con sus compañeros del centro carballés en el que estudió EGB.
Con los amigos del colegio Leus. Santiago sigue reuniéndose con sus compañeros del centro carballés en el que estudió EGB. casal< / span>

Tras residir y trabajar en medio mundo, prepara el doctorado en Gran Bretaña

30 ene 2021 . Actualizado a las 00:31 h.

Vive entre Leeds (Gran Bretaña), donde prepara su doctorado en la Business School (escuela de negocios) y Berlín (Alemania), donde se siente «coma na casa» después de haber trabajado allí durante varios años. Residió en Estados Unidos, donde se licenció en Psicología; en Francia, en Dinamarca, en Bélgica y en Brasil, y ha viajado por medio mundo, pero siempre encuentra unos días para regresar al Carballo en el que se crio -«na aldea de Noví», insiste con orgullo- y en el que, asegura entre risas, fue un niño «terrible, terrible, terrible». Santiago García Rodríguez, era, según confiesa, «a pel de Barrabás», un pequeño travieso al que Rosa, una de sus profesoras del colegio Leus, apodó como «o pequeno gran home, porque nunca estaba quieto, senón que andaba o día enteiro meténdome coas rapazas e facendo trasnadas».

«Cando era neno facía o mesmo que agora, vivir a vida», añade entre risas Santiago, cuyo currículo demuestra que jamás se ha impuesto metas. «De neno nunca tiven claro o que quería ser e sempre fun mal estudiante. Tan malo que hai uns días atopeime con Lola Añón, que tamén foi a miña mestra, e non podía crer que eu estivera facendo o doutorado, porque eu de neno era vago, vaguísimo. Supoño que agora o sigo a ser, pero voume escabullindo», explica con picardía.

No le gustaban los libros, pero su biografía pone de manifiesto que siempre fue trabajador y, sobre todo, muy emprendedor. Nació en Ameixenda (Cee), de donde es natural su madre, pero a los «cinco ou seis anos», la familia se mudó a la parroquia carballesa de Ardaña, tras un paso por Suiza (Santiago y su hermano se quedaron en la localidad vasca de Basauri, al cuidado de su padrina). Fue en Noví, por tanto, donde Santiago pasó su infancia. Una niñez, dice, feliz y dedicada al campo. «Cando conto no estranxeiro o que facía de neno non o cren, pero eu canseime de pasar moitos veráns, sende moi pequeno, chamando ás vacas para arrendar as patacas ou sachar o millo, ou ir á herba no carro. Iso en Estados Unidos non se entende porque eles pesan que non pasa nin en África», explica.

La vacas y las regañinas de la infancia quedaron atrás en la adolescencia, cuando estudió Electricidad en FP y decidió que quería ser policía. Lo logró, aprobó las oposiciones y durante cuatro años ejerció como tal en Cee. Después llegó el momento de cruzar el Atlántico y mudarse a Estados Unidos. «Marchei sen saber falar nada de inglés, porque por non saber case nin sabía falar castelán. Cheguei alí perdido por completo, tan perdido que non me deu por chamar ás vacas porque non as había», asegura entre carcajadas. En seis meses, sin embargo, logró darle la vuelta a la tortilla -«lavei máis pratos no restaurante da universidade que en toda a miña vida»- y superó las pruebas de acceso a la universidad. Entonces, como en otros muchos momentos de su vida, Santiago aplicó lo que su preparador en las oposiciones a la policía le había dicho: «Luciano Ron, que me chamaba ?o leonciño de Carballo?, explicoume que todo o que fixera tiña que facelo e vivilo intensamente, xa fose o traballo, a diversión, a familia, as mozas, os amigos...» Y se aplicó la lección, por eso cuando regresa a Carballo, Santiago siempre encuentra tiempo para los amigos de la infancia, con los que recuerda aquellos tiempos en los que el «pequeno gran home» era «terrible, terrible».