Los campistas de Baroña deben irse hoy del campamento

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO NOIA / LA VOZ

CARBALLO

Xunta y Seprona dan 24 horas para desalojar el entorno del valioso castro

19 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La cuenta atrás para erradicar una práctica irregular asentada desde hace décadas en Baroña, en el municipio de Porto do Son, comenzó ayer. Los montes que se encuentran en el perímetro del castro sonense, y por los que hay que pasar para acceder a este yacimiento castreño de la Edad de Bronce, tienen que ser desalojados hoy a lo largo del día. Así lo notificaron en la mañana de ayer a los turistas asentados dos trabajadores de la Consellería de Cultura e Turismo, acompañados por una patrulla del Seprona.

Los representantes de la Administración autonómica solicitaron la documentación a los campistas para conocer el censo de las personas de este campamento. Cabe decir que toda la actividad se desarrolló con absoluta normalidad, encontrando la colaboración de los afectados. Aún así, fuentes de la Xunta confirmaron que, en caso de no acatar la norma, las autoridades tomarán las medidas que sean necesarias para hacer cumplir el reglamento vigente en Galicia que regula esta actividad.

Los representantes de la Administración explicaron a los campistas que en el lugar está prohibida la acampada. Es el Decreto 143/2006 el que lo explica. La normativa solo permite una concesión, conocida como acampada itinerante. Según desvela, esta actividad únicamente podrá ser practicada por grupos de tres tiendas, separados de otros posibles conjuntos por una distancia mínima de cincuenta metros.

No podrán estar a menos de tres kilómetros de un cámping autorizado, en núcleos urbanos, lugares de uso público o que estén a menos de trescientos metros de la línea que delimite los terrenos de dominio público marítimo-terrestre. La realización de hogueras es otra de las prohibiciones expresas. Situaciones, casi todas ellas, que se dan en los montes que hay en el acceso al castro sonense de Baroña.

Por su parte, los campistas de Baroña no estaban ayer para muchas bromas. La presencia de los trabajadores de la Xunta y de los uniformes del Seprona generó malestar y los corrillos se sucedían entre los ocupantes de las tiendas que todavía quedaban en los montes. Los argumentos expuestos por algunos de los afectados, que siempre defendieron su derecho a permanecer en el anonimato, eran dispares, e incluso algunos aludían a la higiene del lugar para defender su postura. «No hacemos ruido, el monte está limpio y lo respetamos», argumentaba ayer uno de los campistas que recibió a los agentes.