El sector ganadero necesita referentes

Luis García

CARBALLO

09 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

CHace unos días nos enteramos del reparto, realizado por el MARM (Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino), de la cuota gratuita procedente de la reserva nacional. A los ganaderos gallegos les han correspondido casi dos terceras partes. Tiene su explicación, pues en Galicia se concentran la mitad de las granjas lácteas del territorio nacional y producimos cerca del 40% de la leche del país. Las organizaciones agrarias han valorado positivamente este reparto.

La asignación a los ganaderos gallegos no ha sido ningún trato de favor, pues los baremos del reparto priorizan criterios como edad de los titulares, integración en sociedades, planes de mejora realizados, etc... Y en bastantes comarcas de Galicia hay jóvenes que apuestan por el modelo de empresa familiar especializada en la producción de leche, en muchos casos recogiendo el testigo de sus padres, a pesar de las incertidumbres de la coyuntura.

Desde nuestra incorporación a la Unión Europea (1986) el referente estaba claro: teníamos que adaptarnos a las exigencias de la Organización Común de Mercado de la leche, y así hemos ido tirando palante, aprovechando las ayudas y realizando las inversiones que se consideraban necesarias.

Nuevo escenario

En los últimos 10 años la política agraria de la Unión Europea ha abandonado las posturas proteccionistas de décadas anteriores, y hoy nos encontramos en un escenario incierto. Las sucesivas reformas de la PAC y los chequeos intermedios han abundado en lo mismo: modelos de producción más respetuosos con el medio ambiente, desacoplamiento de las ayudas de la producción, y en el sector lácteo, caducidad del sistema de cuotas en 2015; esto es, un escenario de totalmente liberalizado.

En ese escenario habrá que competir, y para ello será necesario ajustar los costes de producción, estudiar las posibilidades de valorización de los productos a través de la transformación y explorar nuevos nichos de mercado.

Hoy no hay modelos referenciales claros para orientar la producción láctea. Desde la Administración se vela por el cumplimiento de las normativas, pero ante la desestructuración del sector cada uno hace lo que puede, en un contexto de especulación con los cereales y de volatilidad de los precios de los productos.

Las explotaciones ganaderas en la zona han ido a menos, pero la producción globalmente se ha incrementado. Hemos cambiado de modelo productivo: de la explotación individual a la societaria con unos elevados volúmenes de facturación. Y, sin embargo, por la falta de referentes, el futuro no está asegurado. Dependerá fundamentalmente del capital humano de la empresa; y para ello del empeño que los titulares pongan en su formación continua y en el rigor de su gestión empresarial, para trabajar con datos ciertos, no intuidos, y tomar decisiones acertadas.

El rural no se agota en la vaca, pero en bastantes concellos las ganaderías de leche son responsables de los asentamientos de buena parte de nuestra población rural y el tejido social asociado. Al mismo tiempo mantienen nuestros paisajes y contribuyen a conservar nuestra biodiversidad y a frenar los incendios forestales.

Corresponde, pues, a todos, instituciones públicas y sociedad civil, apuntalar la producción láctea en nuestras comarcas, pues nos va bastante en el envite. Seguro que muchos se acordarán de aquel eslogan relativo a la prevención de los incendios forestales, hace ya varias décadas: «Cuando un monte se quema, algo suyo se quema», totalmente aplicable al tema esbozado.