Bisbal (casi) calienta la noche en Cerceda

RAMÓN RIVERA CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Apenas unas 2.000 personas acudieron al concierto del almeriense

16 jun 2011 . Actualizado a las 10:41 h.

La noche no pintaba bien para el cantante almeriense David Bisbal, que volvió el sábado a la comarca por segunda vez. Época de exámenes para muchas de sus fans, noche fría para estas alturas del año (el concierto se celebró en el Aquapark a cielo abierto) y horario algo intempestivo, ya que empezaba a medianoche. Parecía que la orquesta Aché no había calentado lo suficiente el ambiente o quizás sus fans gallegos no tengan el corazón tan latino como él.

Después de su actuación con Chenoa en Carballo en el verano del 2002, Bisbal volvía dentro de su primera gira acústica de grandes éxitos. Unas 2.000 personas disfrutaron del concierto, una cifra muy inferior a la que esperaba la organización, pero mayor que la lograda por su amigo David Bustamante hace justo un año. En la mitad del recital, el artista dijo que el recinto le pedía un concierto menos acústico, Por la gente que había, bien pudo hacerlo.

En las primeras filas estaban los fans incondicionales, con sus saltos, gritos, flashes, palmas y sonrisas bobaliconas. Había gente que vino adrede desde Barcelona, Valencia o Madrid. Mujer y joven era el perfil mayoritario del público, pero también muchas familias y hombres.

En los cien minutos de concierto se mezcló el ritmo de éxitos como Lloraré las penas o Boom boom, con un buen puñado de canciones lentas. Las mejores fueron dos temas versionados: ¿Y si fuera ella?, de Alejandro Sanz y su Ave María. La más cantada: Mi princesa. La más marchosa: Silencio. La más melosa y aplaudida, con momento karaoke incluido: Dígale. La más bailada: Waving de flag, uno de los himnos del Mundial de Sudáfrica. Fue en ese momento cuando se enfundó la camiseta del Cerceda, al que le deseó suerte para ascender de categoría, mientras ondeaba por todo el escenario una bandera rojigualda que una fan de Valladolid le tiró (y cuyo sudor bisbaliano impregnado en ella pudo oler, obligado, el arriba firmante).

Ese fue uno más de los constantes guiños que el artista hizo al poco público que había en Cerceda. Tuvo que ser Bisbal quién en muchas ocasiones animase a los asistentes lanzando besos, sonriendo o con frases como «es una maravillosa tierra donde hay gente buena», como queriendo emular a aquella miss que, hace unos años, respondía así a la pregunta: ¿Qué sabes de mi país, Rusia?

Solo las cinco primeras filas saltaban y gritaban como descosidas. Las siguientes veinte, se contenían algo más. El resto era césped (muy bien cuidado, por cierto), baños, una cantina desangelada y un puesto de merchandising en el que no hubo mucho ajetreo.

David Bisbal cantó como siempre y se esmeró sobre un escenario correcto, sin demasiada parafernalia. Dijo que tenía miedo de que se le olvidase dar su mítica vuelta. Por desgracia, no fue así. La vueltita, la patadita, el saltito, los golpes con la mano en el pecho y la camisa mitad por fuera, mitad por dentro (una moda que, si llegó a existir, ya pasó, aunque sus estilistas aún no se lo hayan dicho). Nada se le había olvidado, para alegría de sus fans y sufrimiento de los demás. Y por supuesto, tampoco se le olvidó poner vocales donde no las hay. Así, dijo muerete (entiéndase: muerte), dentoro (dentro), recueredo (recuerdo) o cuerepo (cuerpo).

David Bisbal rio, bailó, tuvo complicidad e hizo esclavo de sus besos al público antes de cerrar con un «boas noites» un recital en el que se echaron de menos algunos de sus éxitos.

Pues eso, David, buenas noches y buena suerte.

concierto en el parque acuático