Veinte años llevando a la mesa los mejores productos de la costa

mARTA VALIÑA CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

20 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«É moi doado facer ben as cousas porque temos o mellor produto. Facelo mal sería o díficil». Antonio Bar Arias resta así importancia a su larga experiencia hostelera, a la buena cocina de su restaurante y al cariño que él y su familia se han ganado de sus clientes a lo largo de los 21 años que avalan el buen hacer de Casa Antonio, el nombre con el que «as mulleres» rebautizaron el negocio malpicán cuando, en el 2000, compraron el local.

«Aínda hoxe hai moita xente que segue a chamarlle o Isidoro, pero o nome é o de menos, o importante é que sigan a vir e que queden contentos», dice Antonio mientras que su mujer, Beba, y su nuera, Vanessa, le vigilan desde la cocina. Ellas son las encargadas de unos fogones de donde salen los mariscos y pescados (también algo de carne, pero menos) cuya fama han traspasado las fronteras de Galicia y que los turistas que en verano se acercan a Malpica se encargan de poner por las nubes en multitud de páginas web.

«É que temos moi bo clientes, algúns veñen aquí dende o principio, cando os meus fillos eran nenos e aínda andaban coas bicicletas diante da porta», cuenta Antonio mientras su hijo, Jesús Ángel, hoy encargado del comedor, sonríe y asiente. Él se unió al negocio familiar nada más acabar en el instituto, demostrando que el trabajo de sus padres siempre le había gustado. Igual que a su hermana, Yolanda, que aunque estudia Derecho, no duda en echar una mano todos los fines de semana y en en períodos de vacaciones, cuando encontrar una mesa en Casa Antonio se vuelve, en ocasiones, una misión imposible. «Moitas veces o comedor [con capacidad para 55 personas] queda pequeno, pero ás veces, sobre todo durante a semana, tamén é grande de máis», cuenta Antonio, quien explica que durante la semana lo más abundante son las comidas de negocios. «Nas nosas mesas cerráronse moitos tratos, pero nós somos discretos como os curas e todo o que aquí se conta é como un segredo de confensión», dice Antonio con una sonrisa pícara.

Vuelve a demostrar discreción al hablar de otro de sus buenos clientes, del que no da nombre, pero sí cuenta que suele acudir acompañado por sus guardaespaldas. «A súa seguridade tamén come aquí e unha vez estiveron a punto de darnos un bo susto, porque outra clienta viu que levaban armas e menos mal que nos avisou a nós antes e puidemos explicarlle o que pasaba», recuerda riéndose.

Todos sus clientes (muchos ya son incluso amigos) llegan a Casa Antonio con un mismo objetivo, disfrutar de los mejores mariscos y pescados de la Costa da Morte, unos productos que Antonio compra muchas veces antes de que bajen del barco y que en ocasiones (le ocurre mucho con los percebes) tiene que explicar cómo comerlos. «Ás veces hai tanta confianza que nin miran a carta e din que elixa eu o que teñen que comer. Iso é moi gratificante, porque implica que confían en nós», dice. Que se sienten como en casa. En Casa Antonio.

Los palos son Antonio Bar Arias y su esposa, Beba Nogueira Basalo. Las astillas, su hijo, Jesús Ángel Bar Nogueira, y su mujer, Vanessa López Chouciño.

Antonio nació en Santiago hace 53 años, aunque su familia es originaria de Val do Dubra. Beba, que tiene un año más, es natural de Malpica, igual que Jesús Ángel (30 años) y Vanessa (31).

Tras estudiar Hostelería en Santiago, Antonio trabajó en establecimientos de toda Galicia, hasta que hace 21 años él y su mujer tomaron las riendas del restaurante Isidoro, un local que que compró en el 2000 y que en el 2004, tras una completa reforma, rebautizaron como Casa Antonio. Su hijo y su nuera trabajan con ellos desde hace varios años.