«A Galería é bar de aeroporto, con xente de todos os países»

La Voz E. E.*+CEE/LA VOZ.

CARBALLO

Hostelero, «showman» y dinamizador cultural de Fisterra, ha convertido su local en una pequeña ONU llena de peregrinos

19 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Quien haya entrado alguna vez en A Galería se habrá dado cuenta de que no se trata de un bar más. No es el típico lugar de parada rápida para tomar el café y seguir camino. Es un local de esos que tienen alma, un bar que habla.

Las paredes están llenas de cosas, de huellas de los miles de personas que desde 1998, cuando empezó a funcionar, pasaron por allí. Son muchos los que han dejado su impronta, hasta convertir el bar en una especie de museo vivo y cambiante. Lo mismo se encuentra uno con un bote lleno de agua del Ganges que con piedras de un remoto desierto empaquetadas y expuestas.

Lo mismo se puede ver la foto de la promoción de la Academia Militar de Zaragoza en la que se licenció El Rey -y el padre de Roberto Traba, de ahí que esté la orla en el local- que un montón de libros manoseados por cientos de manos lectoras.

A Galería es una especie de cajón de sastre que ha ido recogiendo trozos de las vidas de muchas personas. En cierto sentido, está hecho a imagen y semejanza de su propietario, un hombre vital y bien cargado de recuerdos e historias. No hay cliente que se aburra, pero tampoco se aburre Roberto Traba, que sin salir de Fisterra ha pasado por medio mundo.

Eso es algo que le debe a los peregrinos. «O meu é como un bar de aeroporto, con xente de todos os lados», dice. Y pone un ejemplo. Un día de esta semana se juntaron doce personas en el local a la misma hora. Hasta ahí todo normal. Pero es que en ese grupo había irlandeses, ingleses, un alemán, un italiano y un venezolano. Y alguno más.

Cosas del Camiño. Para los peregrinos empieza a haber más ritos que la quema de sus ropas en el cabo. No hay ninguno que no pase por A Galería charlar un rato.

Allí puso Roberto el día que abrió un libro en blanco para que los clientes -o mejor, los amigos- escribieran lo que se les pasaba por la cabeza. Hoy conserva cuatro tomos completamente llenos de dedicatorias y pensamientos de muchos caminantes. Algunos se pueden entender, otros, en japonés, chino o árabe, permanecerán, seguramente, mucho tiempo sin traducción.

Pero la de hostelero es solo una faceta de la efervescente actividad de Roberto Traba durante años. Empezó como empleado de una entidad bancaria en la que estuvo diez años. «Pero o meu era ser tabernícola, non banqueiro», dice. Más allá de su profesión, lo suyo era la vida cultural de Fisterra. De hecho, se metió prácticamente en todo.

El Carnaval fisterrán le debe mucho. Él fue, recuerda, el que empezó a montar el teatro en la calle. Se hartó de escribir letras para distintas comparsas. Se cansó de montar espectáculos para diversión del vecindario. Dice que el año que viene no repite con el Entroido, porque el esfuerzo es mucho y porque son pocos los que se suman a hacerlo.

En los 80 y en los 90 estuvo metido en todo tipo de actividades culturales. «Gustaríame seguir, pero agora xa temos un concelleiro de cultura que cobra por iso», dice con su humor habitual. Confiesa que «Fisterra queima moito» y que ahora busca con más frecuencia refugio en la paz de A Galería. El nombra el local, apunta, combinando las letras de otro modo, forma también la palabra «alegría», algo de lo que anda sobrado.

Para él, estar allí «é como facelo na sala de estar dunha casa». Para el y para sus clientes, que disfrutan, además, cuenta, del único bar que es al mismo tiempo un bajo -porque se accede al nivel de la calle- y un cuarto piso -porque esa es la planta que ocupa si se mira desde el puerto-.

Traba también se ha dedicado a escribir. Sus artículos publicados suman unos 150 -buena parte en La Voz- y anda pensando en juntarlos en un libro. Ha escrito más cosas, pero nunca se ha metido en el mundillo de la cultura. Dice, con su espíritu algo ácrata, que no le va esa vida. Lo suyo es el trato más humano, más directo, más caliente que la letra impresa. Y el escenario para ese trato es su bar desde el que domina el puerto y el mar. «Aquí dinme conta -dice- de que o de que o noso é mellor, é falso, o mellor é o mundo».