Un joven de Laxe triunfa en el festival de cine Sundance de Estados Unidos

La Voz

CARBALLO

05 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El festival internacional de cine Sundance es uno de los más prestigiosos y conocidos del mundo. No tiene nada que ver con el glamur y la parafernalia de Cannes, Venecia o San Sebastián, sino que navega por otra onda: el cine independiente. Supuestamente, porque en efecto así nació hace 30 años, creado por Robert Redford para abrirle una ventana al mundo a las producciones que tenían casi vetados los canales habituales de distribución, pese a su calidad. Con el paso de los años, la independencia se mantiene en el espíritu y en las formas, pero las cosas han cambiado, y no necesariamente para mal.

El festival acaba de celebrarse en el pueblo de Park City, cerca de la capital del Estado de Utah, Salt Lake City, el lugar ya vinculado para siempre a la tierra de los mormones. Lo mejor del cine más o menos alternativo se ha visto allí, en un foro por el que en sus tiempos pasaron los hermanos Coen o Tarantino, entre otros muchos. Y también un joven de Laxe de 24 años: Antonio Gómez-Pan, estudiante de cuarto curso de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), en Barcelona. A punto, por tanto, de licenciarse, y de especializarse en montaje, una de las áreas menos conocidas en el proceso cinematográfico, pero indispensables para el éxito (o el fracaso) del producto final.

Este es un dato clave, porque el trabajo seleccionado procede de un grupo de jóvenes estudiantes, todos compañeros de promoción. Antonio y sus cuatro colegas (Pablo Larcuen, el director y guionista; Víctor Santacana, director de arte; la productora Andrea Puig, y Albert Murillo, director de fotografía) realizaron el corto Mi amigo invisible , una deliciosa comedia con trasfondo dramático (la soledad, la amistad o la confianza en uno mismo son algunos de los ingredientes del trabajo). Era el trabajo de fin de curso y, sin siquiera tenerlo terminado, lo enviaron a Sundance a ver que pasaba. Y pasó que lo escogieron. De todo el mundo llegan 6.500 películas, cortos y documentales, y solo entran algo más de 40. Una de ellas, la suya.

La sorpresa y la alegría fueron monumentales. «Una experiencia muy gratificante», confiesa Antonio, tras pasar, junto a Pablo, Víctor y Andrea, 11 días en Estados Unidos, del 20 al 31 de enero. Su corto no ganó ningún premio, «pero el hecho de que te seleccionen ya lo es». Premio, no, pero sí recompensa. Realizaron contactos y sellaron una distribución que permitirá realizar 480 pases en diversos foros y festivales en los próximos dos años, todo un empujón para quienes apenas ni ha comenzado en el mundo del cine, pero ya apuntan maneras. Fue llegar y besar el santo, porque nunca hasta ahora habían participado en ningún festival.

Para ver Mi amigo invisible hay que recurrir a Internet. Los tráileres están más o menos accesibles. En alguna página web se puede ver al completo, pero precisan contraseña. No obstante, tal y como funcionan las redes sociales, no parece excesivamente complicado poder disfrutar del trabajo. Y es recomendable. El actor principal, Pablo Vázquez, un joven gallego afincado en Barcelona, lo borda. Igual que la voz en off , supuestamente de Pablo, Tomás en la obra: es de una persona con síndrome de Down.