«Se cando xogaba ao fútbol entrenase como agora, teríame ido moito mellor»

CARBALLO

Conocido como Toto desde sus tiempos de delantero, en Carballo fue empresario de muebles, de cine y de discotecas

12 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Futbolista en sus años mozos, empresario después y ahora jubilado andante. El adjetivo va en serio. De media, unos ocho kilómetros diarios. A veces algo menos, y a veces, algo más. Ahora sí que hace ejercicio, y no en sus largos años del balompié, once en total, cuando no entrenaba ni se cuidaba nada. José María Pérez Suárez, conocido como Toto desde esos tiempos balompédicos, suspira al comparar: «Se cando xogaba ao fútbol entrenase como agora, teríame ido moito mellor». Y eso que no le fue mal, pero sus maneras y sus goles desde la posición natural de delantero centro, en la que además iba bien de cabeza, apuntaban hacia retos mayores. «Non quería entrenar, arrastraba algunha lesión, non me coidaba nada. Houbo algunha temporada na que, ao acabar de xogar, un compañeiro e máis eu tomabamos cinco cubatas. E tamén xogaba. Pero tiña moita fortaleza física e o xogo dábaseme moi ben».

Su carrera en los campos arrancó muy joven, sobre los 14 años, en el Vista Alegre de su Santiago natal. «Era veciño de Veloso», el gran deportivista. Pasaría por el Noia de Regional. En la mili, le tocó Zaragoza y a los siete días de llegar ya lo cogieron del Arenas. Regresó al Vista Alegre, jugó la Copa y al tener que mudarse a Carballo, donde ya estaba un hermano suyo (Gabriel, hoy tertuliano en Radio Voz), fichó por el Bergantiños, en el que militó dos temporadas. De ahí pasó al filial del Deportivo B. Asegura que pudo subir al primer equipo, pero que su rechazo a la disciplina del entreno se lo impidieron.

Sus recuerdos son un anecdotario. Aquel día que vino de la mili y metió cinco goles. La jornada en la que el campo de Santa Isabel estaba tan embarrado que uno lanzó un penalti y el balón casi no llegó a la portería. Las veces en las que le decía a su hermano que se quedaba a trabajar en Carballo, hasta que un día descubrió que se había ido a jugar a Santiago porque apareció en La Voz como goleador. Los amaños. Se habla ahora mucho de ellos, pero los hubo siempre. Incluso él mismo participó en la negociación de un resultado que al final no salió. De su paso por el Bergantiños dice que guarda un muy buen recuerdo, «porque foron bos tempos e porque había xente moi boa».

Comercio

Cuando acabó su vida sobre el césped empezó la empresarial. Primero, y durante mucho tiempo, como comerciante de muebles. A mediados de los cincuenta empezó con el cine viejo, sustituido más adelante por uno más moderno. «Os tempos dos cine foron bárbaros, pero a televisión acabou con eles. Antes, aquilo estaba a tope sempre. As fins de semana, cando había películas de vaqueiros, era tremendo. Pero o récord debémolo de ter coa película Simplemente María. Era una serie que tiña moito éxito e da que fixeron unha longametraxe. ¡Había espectadores que choraban! Viñan os que nunca na vida ao cine foron, de toda a bisbarra».

El cine fue más tarde discoteca, la Mikro. Comenzó hace unos veinte años y fue muy bien «ata que chegou por alí certa xente que montaba follóns e fastidiouse».

Pero antes, él y su mujer y otro matrimonio habían puesto en marcha As Airas, mítica sala de fiestas. Fue el 31 de diciembre de 1975. Varias generaciones aún la recuerdan, en incontables casos porque fue allí donde se fraguaron noviazgos y matrimonios, seguramente también rupturas. Por aquel lugar, en la parroquia de Bértoa, que hoy ocupa una tienda de muebles, pasaron los grandes artistas de la época. «O que máis éxito tivo debeu de ser Lorenzo Santamaría. Pero tamén Rocío Dúrcal, Rocío Jurado, Basilio, La Polaca, Manolo Escobar, Rafaela Carrá co seu coro, os mellores». Hubo uno que no cumplió, Camilo Sesto: «Estaba cheo, fóra e dentro, e vai e non aparece. Tivemos que poñer papeis dicindo que non era culpa nosa. Seica estaba en Ponferrada. Denunciámolo».

Tantos años en el mundo de la noche dan para hacer algún juicio: «A xuventude é a mesma agora que antes, compórtase igual. Pero hai unha diferenza moi importante: antes tiñan máis cartos. Gastábase moito máis. As mulleres que tiñamos para a limpeza sempre atopaban cartos tirados». La sala también procuraba sorprender, con efectos como aquel palco rodante con mando a distancia que se daba la vuelta mientras actuaba una orquesta y aparecía la otra.

Realizaron una reforma muy importante, un arreglo costoso, pero que no salió bien. «Eu xa non quería, pero fíxose. Aló foron os cartos polo Anllóns abaixo».