La Torre do Faro está firme, y sin embargo se mueve

CARBALLO

27 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En lo alto del Monte do Faro, en Brantuas-Ponteceso, a 246 metros de altitud, se yergue majestuosa la Torre do Faro, un monumento que hace nada cumplió los 50 años de su construcción, hecho que los vecinos aprovecharon para celebrar como se merece y de paso el lugar recuperó la fama que siempre tuvo, pero que, como todo, va y viene. No en vano, se trata de uno de los monumentos más peculiares de la Costa da Morte, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, y de indudable interés arquitectónico. Para llegar a su cúspide, donde se asienta la escultura de la Virgen mirando a la parroquia, hay que ascender 39 metros más o, lo que es lo mismo, 133 escalones en caracol.

La torre es esbelta y estrecha. El ascenso es apropiado para bajar peso, sobre todo si se realiza varias veces seguidas. Arriba, en su balcón de 360 grados al que se accede por una sencilla escalera de pared (se precisa un mínimo de agilidad), se contempla una de las mejores panorámicas de la Costa da Morte, aunque es esta una cuestión en la que hay mucha competencia. El mar, el interior de la comarca, el parque eólico. Si además la luz ayuda, como ocurrió el domingo a última hora (fugaces cambios de luz a lo aurora, la niebla subiendo como la espuma de una bañera, el termómetro bajando) el espectáculo es de postal.

La belleza paisajística tiene el añadido de los deportes de riesgo: la torre se mueve. Se mueve, y suerte que lo hace. «Se fose ríxida, xa tiña caído», explica y tranquiliza el alcalde de Ponteceso, José Luis Fondo Aguiar, a quien su conocimiento del lugar como vecino añade el de su formación de arquitecto técnico. Una rápida clase de dinámica y elasticidad de materiales de la construcción (todos los son) permite entender que es gracias a ese leve balanceo como ha aguantado tanto y más que lo hará. Pero, si se mueve un día en el que no sopla ni una brizna, como ocurrió el domingo, ¿qué pasa en los otros? «Cando hai nordeste, aquilo é tremendo», explica Gabriel Varela Pose, de la asociación Faro de Brantuas. Mejor quedarse abajo.

Gabriel, por cierto, recuerda perfectamente la construcción de la torre, a cargo de maestro albañil Ramón Méndez, de quien Fondo habla maravillas. La historia de su construcción es conocida: se debe al emigrante Ricardo Pose Ouréns, emigrante devoto y afortunado. No llegó a verla en vida, pero su viuda e hijo se encargaron de ejecutar su deseo. El de la torre, y lo que la rodea. En la base hay cuatro tallas respetables. La dedicada a San Ricardo, la de San Xulián (por la parroquia) la de Santiago Apóstol y la propia Virxe do Faro, que tiene al lado la capilla.

Fondo asegura que desde el Concello quieren realizar una actuación en la torre para darle otro aire. Por ejemplo, un tratamiento a la capa de hormigón. Así, los bailes del viento tendrán otra estética.