San Lorenzo sí lloró en Cabana

CARBALLO

Su Noite das Estrelas reunió a más de un centenar de personas siguiendo las explicaciones de Ángel Eiroa y Jorge Mira

12 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Muy pocas lágrimas tienen a los observadores tan pendientes como las de san Lorenzo. Y en Cabana hubo unos cuantos. Era la Noite das Estrelas. Esta iniciativa, puesta en marcha en el 2003, congregó en la noche del lunes a más de un centenar de personas delante del local social de A Medoña, nombre evocador de mámoa. Desde niños hasta ancianos. Si bien en ocasiones anteriores se había hecho en Borneiro, en esta edición le tocó a Anos. Allí esperaban estos particulares romeros , entre ellos el propio alcalde, José Muíño, acompañados por los dos guías de la noche, el historiador Ángel Eiroa y el físico Jorge Mira.

Ellos se encargaron de esta mezcla de exposición cultural, geográfica, histórica y científica que duró casi tres horas. Primero, por carretera y, después, por monte. La primera parada, en la Casa de Rellán, con su estrella de David y herramientas de herrero en el lintel, indicando que probablemente quien allí vivió fuese judío y, posiblemente, masón. Las leyendas brotaban de la mano de Eiroa. Una de ellas, el demonio que se presenta el día de San Xoán en la Fonte da Eirita, cuyas aguas se vuelven rojas por San Valentín y donde cierto vecino podía ver a la Virgen.

Llegados al punto de destino, la Pena Santa da Eirita, de vistas privilegiadas pese a la oscuridad y azotada por un ligero viento, Jorge Mira le tomó el relevo a Eiroa después de que este recitase el poema de una vecina. El físico explicó esas estrellas fugaces, lágrimas de San Lorenzo o lluvia de Perseidas, como el resultado del choque de la Tierra con partículas desprendidas del cometa Swift-Tuttle, dejando en ese proceso un rastro de luz. Especialmente perceptibles en las noches claras de agosto. Justo en medio de su explicación se pudo ver una. «Estaba preparado», bromeó. Pero no, como tampoco lo estaba la salida de la Luna, limitando un tanto la visibilidad. Todos pusieron en práctica la clase de Mira: potencia luminosa, distancia entre planetas, Osa Mayor y Menor, Estrella Polar, Constelación de Perseo, Escorpión, Estrella Arturo y Vega, Triángulo del Verano y mucho más. Ameno y participativo, incluso con preguntas terminado el tiempo de pupitre.

Cercana la medianoche, la comitiva emprendió la bajada. Ejercicios de equilibrio para no caerse por los terrenos más agrestes, linternas y murmullos al más puro estilo Santa Compaña condujeron hasta la última parada: Miraflores. Iniciada a las diez y poco, esta Noite culminó en torno a la una.