Los hombres de Altamira vencen a Rodrigo de Luna

CARBALLO

La compañía La Recua recreará esta noche la batalla que hubo en la villa

24 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

«Entraron en el lugar de Corcubión e lo pusieron a sacamano e robaron quanto fallaron». Así relatan los textos el saqueo posterior al desembarco en Corcubión de las tropas del arzobispo compostelano Rodrigo de Luna. Era una noche de julio, verano. Corría el año 1457. Catorce o quince barcos, número inexacto por la distancia del tiempo, desembarcan en la playa corcubionesa para tomar la villa, por aquel entonces alzándose junto con otros puntos del territorio de la Costa da Morte en localidad puntera.

El conjunto de Galicia vive en estos momentos, y dentro de las limitaciones del medievo, un período de crecimiento cultural, político y económico. La muerte de los privilegios feudales es, para algunos, inminente, pero todavía siguen dando coletazos. Corcubión entra entonces en escena como punto de enfrentamiento entre el poder de la iglesia compostelana y la nobleza laica. Mientras que Cee y Fisterra van a pertenecer al dominio eclesiástico, Corcubión aparece como villa vinculada a una de las casas nobles más importantes de la historia de Galicia: los Moscoso de Altamira.

Algún tiempo antes de tamaños acontecimientos, doña Xoana de Castro había contraído matrimonio con Rodrigo de Moscoso, señor de Altamira. Ellos consolidan la villa de Corcubión como centro rector de la comarca, al asentar allí el Pazo de los Altamira, parte imprescindible del casco histórico corcubionés.

El valiente

Una ausencia, la del conde, pudo cambiar la historia. Por aquel entonces, en el tiempo del desembarco, Rodrigo de Altamira tenía un hombre de confianza, Gómes de Rioboo. Supo defender a su pueblo, a falta del señor, y la resistencia que opuso a los soldados de Rodrigo de Luna, comandados por el vasallo de este, García de Caamaño, lo erigió como héroe local, aunque le fue la vida en ello. Se cuenta que las Torres do Allo acabaron en manos de la familia Rioboo como recompensa a tal hazaña.

No obstante, no pudo evitar lo que cuentan las crónicas sobre los invasores: «Robaron cuanto fallaron, asy dineros como oro e plata e ropa de cama e axuares de casa asy lo que fallaron en la posada de dona Juana como e todas otras casas...» ni tampoco la muerte de algunos de sus hombres, de los cuales los invasores «sacaron sangre».

Los corcubioneses recibieron al enemigo con toscas armas y antorchas. Los de Rodrigo de Luna, por su parte, «vytuperosamente enjuriaron a la dicha dona Juana... desiendole e llamandole cosas feas e desonestas palabras». Pero ni tal cosa pudo con los hombres de Altamira. Triunfaron.

La victoria se narra en la obra La casa de Altamira durante el Renacimiento, pero se podrá revivir hoy, a las 23.00 horas, en el propio Corcubión. Quedará inaugurada, así, una nueva edición de su mercado medieval.