En busca de los restos de buques que acabaron como el «Titanic»

CARBALLO

José María «Petrallo» lleva 32 años desguazando barcos y limpiando el fondo del mar de los restos de las grandes tragedias marítimas de la costa coruñesa

13 jul 2009 . Actualizado a las 12:34 h.

Una costa son millas de restos de naufragios. Un mar asesino de hombres. En Camelle, en el corazón de la Costa da Morte, nació José María Sánchez. El segundo de once hermanos. Hijo de «Petrallo», del que dicen fue el mejor buzo de España. Sobrino y hermano de ahogados en el bravo océano.

Así que, con estas condiciones, desde los tres años ya se vio obligado a nadar para continuar su ciclo vital. Y a los quince ya bajaba al fondo del mar. A los veinte ya izaba del océano los restos hundidos de famosos barcos como el lanza torpedos Serpent , el petrolero Boris ... O el Casón .

En los años setenta la empresa de su padre se hizo con unos viejos bous. Navegaron hasta el pequeño puerto de Camelle para su desguace. Su tío Emiliano le enseñó el arte que desprende el fuego de un soplete, y entre millones de centellas de lumbre hizo los primeros cortes en las chapas de hierro que cubren las entrañas de un barco.

Pero para José María su hábitat natural era el fondo del mar. Y no se lo pensó dos veces. Las cuadernas, los ejes de cola, las anclas y las cadenas de los pecios que rindieron su último tributo en la Costa da Morte le esperaban. Y para ser fiel a la historia montó su base en la antigua ballenera de Caneliñas, en Cee. Pero a pesar de tanto trabajo siempre colaboró con Manolo de Bajeras, el Rubio de Camelle, a rescatar a los cuerpos de aquellas personas que por fatalidades de la vida tenían su fin en las aguas coruñesas.

El hierro viejo es para José María su vida, un auténtico tesoro que poco se parece al oro de los antiguos galeones. El fondo del océano el agua que limpia su cuerpo de orín, y cura de quemaduras su piel. Pero los restos de chatarra de la Costa da Morte ya escaseaban. Y decidió dar el salto a A Coruña.

A flote

Se instaló en la dársena de Oza. Continuó con su actividad de espaldas a las profundidades y convirtiendo en chatarra buques a flote. Pero la rosa de los vientos siempre busca el norte de los marineros de verdad. Y Petrallo, así le llaman como heredero de su padre, lo es. Y una enorme vaga de mar le sumergió en el año 93 hacia el fondo de las aguas del faro del mundo, la Torre. Allí, a los pies del monumento, patrimonio hoy de la humanidad, retiró los restos del buque veneno Mar Egeo . Y en breve sacará de esas aguas los últimos vestigios de una gran tragedia medioambiental.

Petrallo continúa con el soplete 32 años después. Pero el fuego que funde el hierro no se apagará a pesar de la crisis y de las trabas que algún funcionario le está poniendo. Su hijo David también está construido en hierro. Y por eso también quiere continuar siendo el chatarrero de los mares.