El sueño americano, desde Frixe

Harry Dorial redac.carballo@lavoz.es

CARBALLO

18 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Seguro que ha oído mil veces eso del sueño americano. Lo de que cualquier ciudadano, si trabaja y se esfuerza, puede triunfar y lograr sus metas. Es algo que forma parte de su filosofía de vida, como la llama de la libertad, etcétera.

Lo he recordado escuchando la historia de Jaime Rodríguez González. Nacido en Frixe (Muxía) hace 71 años, llegó a América el 5 de marzo del 73. Estaba casado con una vecina de O Ézaro. Ya saben que la principal emigración de la Costa da Morte a Estados Unidos procede de la franja atlántica que va de O Ézaro hasta Muros. Ellos fueron un granito de ese amplio granero que hizo fortuna en Nueva York.

Los inicios fueron duros. Lo fue en general toda su vida de emigrante, como la de tantos. Trabajaba en la construcción. Con un amigo de Buxantes, Domingo Quintáns , empezó en la hostelería, pero no sucesivamente, sino de modo simultáneo. De día, en las obras, y de noche, en el restaurante, enlazando unos trabajos con otros y casi sin dormir.

Ahí empezó su vocación hostelera. Se hizo con un restaurante, después con otro, y otro más. Llegó a tener seis. Los tres primeros, Galician Restaurant , cambiando los números. El resto, A Isla Verde, La Olla y Los Galleguitos. Ahora lo ha dejado, porque está jubilado, pero se compró un edificio en Manhattan, en el Downtown, que tiene alquilado a a numerosas familias y que Jaime se encarga de supervisar.

No le ha ido mal. Explica alguna de sus claves: «Sempre tirei cara diante, e nunca lle tiven medo a nada». Otra sobre el trabajo: «O traballo non lle fai mal a ninguén. Os que fan mal son os vicios». Y para acabar: «Esforceime moito, antes de saír dei moitos tumbos». Ya los había dado en O Ézaro, a donde llegó de joven, haciendo kilómetros y kilómetros con un microbús de un lado a otro. Ahora descansa, pero más o menos. Cada día sale del Bronx, donde reside. Cruza uno de los muchos puentes y llega a Manhattan, la gran isla. En lo sentimental, tiene una nueva vida. Nada que ver ya, en general, con aquella que conoció en su niñez en Frixe, por una casa que, desde hace unos días, es una nueva oferta de turismo rural en Muxía, Casa Ceferinos, de cuyos propietarios es pariente. De su inauguración ya hemos hablado.

El siguiente personaje sí que da para novela, pero poco se puede escribir sobre él porque su vida es un misterio para la mayoría. Y tiene que serlo por ley. Alberto Sáiz Cortés seguirá siendo el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI, los espías españoles), tras cinco años en el cargo. La noticia alegrará (seguro que ya la saben desde hace días) a sus muchos amigos carballeses. Porque este Secretario de Estado está casado con una carballesa y viene por aquí con cierta frecuencia, con discreto movimiento de potentes vehículos y aguerridos escoltas. Desde hace mucho. Recuerdo verle por Radio Voz Bergantiños cuando era todavía director general de Medio Ambiente de la Comunidad de Castilla-La Mancha, de donde es natural y donde colaboraba con José Bono , que a su vez está casado con una nieta de carballeses. Era un hombre que dejaba muy buena impresión, afable, accesible. Amante de la caza. Tal vez lo siga siendo, aunque los rigores de su cargo le impongan determinados corsés. Vinos y bodas. Toca cambio. Y vaya cambio. En el restaurante Aldeola de Cerqueda (Malpica) se presentó ayer el vino Agnus Dei , de las bodega Vinum Terrae. Una enóloga, Alexia , lo hizo ante las parejas que se van a casar en el local los próximos meses. A los que les guste, lo comprarán para el casorio, así funciona el comercio. Pero, lo hagan o no lo hagan, al menos tuvieron la oportunidad de probar un buen vino en mejor compañía. Y aún solteros.

Bien vendría para la boda. Boda primera, de plata, oro o lo que sea, el caso es el coche. Lo presenta Juan Lema, de Talleres J. Lema de Carballo. Se trata del Chevrolet Cruze, accesible desde 14.900 euros (una boda sale por más, o por menos, me he olvidado de los precios). El que más cuesta son 21.00 euros. Lo de Treze me recuerda a la playa de Camariñas y hasta a la princesa Letizia , no sé por qué. Tiene muchos caballos, de 113 a 150. Suficientes para alisar el pelo con el viento.