Casi 30 años de «ledicia» entre los más pequeños de Carballo

CARBALLO

Pepe y Encarna fundaron en 1981 la primera escuela infantil de la Costa da Morte, a la que ahora empiezan a asistir los hijos de sus primeros alumnos

11 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando Pepe Suárez Cambón acabó la carrera de Magisterio comenzó a dar clases particulares. Al mismo tiempo, inició la carrera de Filología Francesa, pero antes de terminarla, su vida dio un giro de 180 grados. Abandonó la soltería y se casó con Encarna Cotelo y con ella decidió poner en marcha en Carballo la primera escuela infantil de toda la Costa da Morte. Una apuesta arriesgada que casi 30 años después demostró ser acertada. «Cando empezamos, non había nada parecido, había garderías si, como a de Cerqueiro ou a das monxas, pero non existía o concepto de escola para nenos tan pequenos, había coidadores, pero non educadores», explica Pepe, quien asegura que a pesar de su formación docente, la educación infantil también fue algo nuevo para él. «O primeiro que fixen foi ir a Madrid a facer un cursiño especializado, porque en Maxisterio aprendías a ensinar, pero non a educar ou tratar a bebés».

La escuela infantil A Ledicia empezó a funcionar con 55 niños de entre 1 y 6 años. Hoy son 120, el más pequeño de apenas tres meses, y otros 30 que utilizan los servicios de comedor. «As cousas cambiaron moito, porque cando nós empezamos apenas había mulleres traballadoras, así que os nenos quedaban con elas na casa. Só viñan aqueles aos que os seus pais lles querían dar unha educación especializada desde moi pequenos», explica Encarna, que se formó como técnico especialista en educación infantil.

Hoy en día las cosas son muy diferentes. La incorporación de las mujeres al mercado laboral y las nuevas normativas de escolarización han convertido a A Ledicia y a centros similares en una necesidad de primer orden. «Desde hai tres anos temos lista de espera», confirma Encarna. Eso ha hecho que los padres sean mucho más previsores que antaño. «Hai pais que veñen reservar praza aos poucos días de enterarse de que van ter un neno», dice Pepe.

Las cosas, sin duda, han cambiado mucho desde 1981. Los niños de ahora reciben una educación mucho más completa, que incluye clases de música, informática, inglés y natación antes incluso de que los pequeños dejen los pañales.

Las cosas también cambiaron para Maruxa, especializada en Psicopedagogía, y Adriana, bióloga y fotógrafa, las hijas de Pepe y Encarna. Ellas también fueron alumnas de A Ledicia y hoy se han convertido en una parte fundamental de la escuela. «Vivimos isto desde pequenas», confirma la menor de las hermanas. «Pero é algo vocacional», insiste Maruxa. «Se non hai vocación, a ensinanza non funciona», añade Pepe, mientras el resto de la familia asiente. Y a los cuatro se les nota la vocación cuando muestran las fotos de las primeras promociones de la escuela. Algunos de aquellos niños son ya padres que envían a sus hijos a A Ledicia. «Emociónome ao ver que rapaces aos que eu ensinei a ler me traen aos seus fillos para que tamén os eduque», dice Pepe orgulloso.