Martín Bueno hizo las primeras excavaciones y rescató un gran número de piezas que acabaron repartidos entre el Castillo de San Antón, en A Coruña, y el Museo Naval de Ferrol, de la Armada. Con aquellos trabajos llegó a realizarse una exposición en el Concello de A Coruña, en 1996, con motivo del cuarto centenario de aquel desastre. Pero tras esa fecha, la flota de Martín Padilla volvió a hundirse en el olvido. Visitada solo por los peces, esta semana comenzó a regresar, en pequeños fragmentos, a puerto. Sus restos van ahora a otro museo, el Museo do Mar de Vigo, donde esperan a conocer su destino.