El 2003, un año marcado por el desastre del «Prestige»

La Voz

CARBALLO

06 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

En el análisis de los datos referentes al volumen de negocio de las lonjas gallegas figura un borrón en el 2003. Se trata de la mancha que dejó el Prestige después de su hundimiento. La flota permaneció amarrada gran parte del año e incluso en algunos lugares las ayudas por el paro temporal se extendieron hasta los meses de octubre y noviembre. Este hecho afectó a las ventas de las rulas que redujeron, por término medio, su facturación hasta menos de la mitad que en el ejercicio anterior.

En este caso, Fisterra tampoco fue una excepción. El 31 de diciembre del 2002, las cuentas de la lonja reflejaban 441.556 kilos subastados, que supusieron una facturación de 1.716.340 euros. Un año más tarde, los marineros solo habían llevado hasta la rula algo más de 226 toneladas, que significaron unas ventas por un importe de 886.218 euros. Es decir, una reducción del volumen de negocio de un 48%. Los gobiernos central y autonómicos trataron de compensar este frenazo con ayudas directas a los ayuntamientos y al sector de aproximadamente 300 millones de euros. De hecho, el 18 de diciembre del 2002, el ejecutivo presidido por José María Aznar anunció a la Unión Europea que en el 2003 se endeudaría por culpa de la catástrofe.

Por aquel entonces y en otro plano diferente, 58 biólogos de las tres universidades gallegas habían comenzado a trabajar en la investigación de los efectos que las más de 10.000 toneladas de crudo que liberó el Prestige tendrían en el ecosistema marino de la costa gallega. Entre estos especialistas se encontraba Celia Besteiro, quien el 18 de junio del 2003 declaraba a este periódico, que «la recuperación del litoral de la Costa da Morte es posible que tarde más o igual que los cinco años que provocó la marea negra del Mar Egeo».

Faltan pocos días para que se cumplan seis años del hundimiento del Prestige y en Fisterra parece que los números de la lonja avalan a los expertos. Sin embargo, las estadísticas no siempre reflejan la realidad.