«Para algunas compañías somos la puerta de entrada en Galicia»

CARBALLO

El concejal y diputado carballés recuerda cómo empezó el Festival Internacional Outono de Teatro y qué espera de este acontecimiento cultural en el futuro

28 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Para Alberto Sueiro el teatro es una de sus pasiones. Aunque él no lo dijera a su interlocutor no le cabría la menor duda por que no puede parar de hablar sobre el tema. Con ningún otro asunto se muestra tan relajado y locuaz. Su amor por el teatro explica que haya conseguido convertir el festival carballés en un referente a nivel gallego.

-¿Cuándo empezó con esta afición?

-A finales del 87, cuando se montó Ártabro, un proyecto en el que participábamos Antón Guitoy, Milagros Lantes, María Rodríguez Pallas, Pedro González, José Sánchez, Basi Pacoret, José María Viña, Ana Lendoiro, Carlos Figueira y otros.

-¿Cómo surgió la iniciativa?

-Fue una idea de José Ramón Fraga que tenía un texto. Con Pepe Salvadores, y a través de Lumieira, organizaron un grupo de teatro independiente de la entidad y la gente que quiso se apuntó.

-¿Qué hacía usted entonces?

-Había terminado la carrera en el 86 y estaba trabajando en la oficina familiar. Como espectador empecé en el teatro en el curso 76-77. Un grupo del instituto representó Historias de una escalera , de Antonio Buero Vallejo. Recuerdo que estaban Alfonso Mariño y Pedro González Vieites. En Santiago, en mi etapa universitaria fui un asiduo lector y espectador.

-¿Había mucho teatro?

-En Santiago había el Festival Iberoamericano. Compostela era el centro del universo cultural de Galicia, pero había poco teatro. Fue a partir de los años ochenta cuando se empezó a desarrollar con Luis Seoane, Lourenzo, Bárcena, que empezaron a finales de los sesenta.

-La primera obra de Ártabro fue un éxito espectacular

-Sí, fue Non lle busques tres pernas ao alcalde que se estrenó el 23 de junio del 88 en al antiguo Cine Cervantes. El texto era bueno, muy fresco y muy gracioso y tuvimos la suerte de tener a Pedro González, que era un actor por descubrir, y a María Rodríguez Pallas, que eran los protagonistas. Pero todos estuvieron estupendos. Antón Guitoy como inspector; José Sánchez, de cura; Milagros Lantes de abnegada esposa; Basi Pacoret de telefonista cotilla. También estaba Ana Vázquez (su esposa), que curiosamente era mi mujer en la ficción. Yo era un policía local que estudiaba a distancia para ser locutor deportivo.

-Aquello tuvo una enorme trascendencia.

-Se representó mucho y Pedro y María se llevaron varios premios. La llevamos a Ordes, Boiro, Zas, Ares y otros lugares.

-¿Cómo se creó la asociación Telón e Aparte?

-Era el año 91 o 92 y el gobierno municipal de Independientes por Carballo acogió muy bien el tema, con lo que hubo un apoyo razonable para el despegue. Telón e Aparte se fundó en la Casa da Xuventude para desvincularnos de Lumieira. Le puso el nombre Estrella Rodríguez, que estaba entonces de animadora cultural. Ella, junto con José Manuel Eirís, que estaba en el Concello, fueron los dos pilares en los que nos apoyamos para poner en marcha la entidad.

-¿Cómo fue la primera edición?

-Fue en el 92 y entonces era Primavera de Teatro. La primera representación fue El misterio cómico de Celso Parada y clausuró la compañía catalana Teatre D'Arca. Entonces nos ayudaron la Diputación, gracias a Lito Calero, y la Fundación de La Caixa, gracias a Marcelino Collazo, que me acompañó y había sido alumno de Fernando Esclusa, responsable de la Obra Social.

-¿Por qué pasó a ser Outono de Teatro?

-Fue al año siguiente y fue por falta de recursos. En primavera era difícil encontrar obras porque las compañías comenzaban las giras. No éramos capaces de contratar en buenas condiciones y sí lo conseguimos en otoño. Era un trabajo muy personal, de trato con los actores y directores, en el que nos ayudó muchísimo Rubén García, del Festival de Teatro de Ribadavia, que nos dio contactos.

-¿Cuándo pasaron a ser tan importantes?

-El 97 fue un punto de inflexión. Trajimos por primera vez aYllana, que ya había hecho tres obras, y a Leo Bassi, que nunca había estado en Galicia. Fue Rubén García el que convenció a Yllana y tras ella vino Leo Bassi. A partir de ahí la gente entendió que este era un buen festival, aunque las condiciones eran súper precarias, aunque lo superamos con ganas, entusiasmo y hospitalidad.

-¿Qué destacaría de estos años?

-El hecho de que en el 93 Celso Parada actuara gratis para que pudiéramos seguir porque no teníamos dinero, que Artur Trillo y Talía nos prestaran sus cosas para una compañía que vino sin nada y que se prestaran a hacernos algo en el instituto, que Paco de Pin, que era el mejor escenógrafo de Galicia, nos cobrara siempre a plazos, tarde y mal y todos los colaboradores que nos ayudaron como todos los trabajadores de cultura del Ayuntamiento, Milagros Lantes, que pasó de vender entradas a estar apoyando desde la consellería, la organización de Antón Guitoy, el trabajo de Antonio Porteiro, y un montón de gente que no quiero olvidar.

-Otro momento decisivo fue el Pazo da Cultura.

-Pasamos de gastar 125.000 pesetas de alquiler del cine cada noche a ahorrárnoslas. Tampoco teníamos que gastar en montar un escenario, porque allí lo había. Gracias a la Escola Obradoiro y al empeño de Marcelino Collazo, incluso ahora tiene instalaciones muy avanzadas.

-El festival se ha convertido en un éxito.

-Está claro que la necesidad de ver teatro estaba ahí. Todos los años tenemos llenos casi garantizados. Hay gente que compra los bonos siempre desde hace 15 años. Las compañías saben que este es un festival estable. Es muy importante para convencer a las compañías que, a veces, en las giras, se encuentran con teatros vacíos. Saben que en Carballo encontrarán un público razonablemente exigente, que tiene educación teatral. Para algunas compañías somos la puerta de entrada en Galicia.

-¿Cómo ve el futuro?

-Después de 17 años ya no podemos seguir pensando en consolidarnos. O lo estamos o es mejor que lo dejemos. El reconocimiento definitivo ha venido con la ayuda del Ministerio de Cultura y la financiación de la aseguradora Reale, que paga los festivales de Almagro, Ciudad Rodrigo, Mérida y Ribadavia, que son los más importantes. Tenemos que ser el festival de referencia de Galicia.

-¿Qué momentos destacaría de estos años?

-Cuando tuvimos telón por primera vez, en el 2002, en el Pazo da Cultura y con El Galpón, una compañía de de Argentina. Que Celso Parada actuará gratis. La llegada de Teatro de Corsario, que fue nuestra primera compañía completamente profesional.