En febrero de 1824 emigró a Europa para asegurarle una buena educación a su hija Mercedes, a la que un año después dedicaría sus famosas máximas. Residió en diversas ciudades, para acabar sus días en Francia, donde murió en Bougne-sur-Mer, el 17 de agosto de 1850. Sus restos repatriados en 1880 descansan actualmente en un mausoleo de la catedral porteña, en un país donde no hay lugar que no tenga una plaza o calle a su nombre.
Su busto en Fisterra reposa sobre una base de piedra. La obra de Agustín de La Herrán Matorrás pasó antes por Corcubión, de donde fue retirada, no sin polémica, por las autoridades locales. Esto llevó a un grave conflicto con diversas asociaciones iberoamericanas, debido al cariz de héroe que ostenta entre estos pueblos, tanto así que al visitar la estatua suelen colocarle velas u ofrendas florales.