Enrique Labarta Pose, el rey de la prensa satírica gallega

Taciana Díaz CARBALLO

CARBALLO

Reportaje | De cuando el periodismo se hacía sin Internet, móvil ni fotógrafos A finales del siglo XIX, este periodista de Baio fundaba periódicos y revistas a la velocidad a la que hoy se abren portales en la web.

29 nov 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

¿Algún periodista, por mayor que sea, sería capaz hoy de desempeñar su oficio sin Internet, ordenador o móvil?. En la «época dorada del periodismo», como definen los autores Barrera del Barrio y Sánchez Aranda al período que va entre 1872 y 1923, apenas había máquina de escribir en las redacciones; con decir que se inventó en 1893. El teléfono era un lujo recién creado y la forma de darle vida a un periódico eran las ilustraciones, no las fotografías. Entre escasos medios, en pisos insanos, sin calefacción, en los centros históricos de Santiago o Pontevedra, un pequeño hombre nacido en Baio, Enrique Labarta Pose, escribía artículos llenos de agudeza e ironía que eran temidos por las autoridades de la época. Pero no se conformaba con esto; fundaba periódicos a la velocidad a la que hoy se crean páginas web. Y todos con una característica común: eran periódicos satíricos. Calidad estética Hoy, la palabra satírico puede hacernos pensar en panfletos de poca calidad tanto estética como literaria. Nada más lejos de la realidad. La prensa satírica, durante la Restauración española, no se alejaba mucho de la seria. Basta saber que en 1898, El Faro de Vigo , según cuenta el historiador Xosé Luis Barreiro basándose en datos de Palomares Ibáñez, tenía una tirada de 3.500 ejemplares diarios. La Voz de Galicia, 3.000, El Diario de Galicia , otro tanto. El único dato fiable de la tirada de un periódico satírico gallego por aquella época es el de El Perogrullo (1888), de poca duración. Vendía 600 ejemplares. Seguramente, otras publicaciones, como El Ciclón , superaban con creces esta tirada. Al fin y al cabo, pasa como hoy en día: las audiencias televisivas de programas satíricos como Pecado Original o Los muñegotes no distan o, incluso superan, a los informativos de cualquier cadena. Otro dato que nos indica la importancia de la prensa satírica era que la seria polemiza en sus páginas con aquélla. Si no tuviesen repercusión, ¿para qué iban a enzarzarse en discusiones? También los políticos les entran al trapo a las puyas que lanzan desde estas revistas. Además, los periódicos serios publican artículos de los satíricos. Pero el dato más significativo para conocer la importancia de este periodismo es que los autores más destacados de la época, como Valle-Inclán, Curros Enríquez o Alfredo Bañas, colaboran en ellos. Y si en Madrid dos gallegos son los reyes de la prensa satírica: Luis Taboada y Wenceslao Fernández Flórez, en Galicia, Enrique Labarta Pose, se lleva ese honor. Colaboradores Luis Taboada, nacido en Vigo, era secretario particular de varios políticos pero acabó como colaborador del ABC , Blanco y Negro , El Imparcial o La Ilustración Española . Y también de dos de los satíricos más destacados en la villa y corte: Madrid Cómico y El Duende . Taboada también colabora en algunos de los periódicos fundados por Labarta Pose, como Galicia Moderna . A Labarta la sangre le hervía por dentro para conseguir cultivar a sus paisanos. En Galicia Recreativa , Semanario Popular . Utile et Dulce , fundado en Pontevedra en 1890, pone claras sus intenciones: «sólo el entusiasmo por difundir nuestras ideas que favorezcan la ilustración del entendimiento y no el cálculo interesado del lucro, es el que nos alienta a dar comiendo a nuestras tareas». Añade en su primer número que publicarán «artículos instructivos al alcance de todas las inteligencias, y recreativos que proporcionen grato solaz á todas las clases sociales». Y ante todo, sus publicaciones se inspiran siempre en el que define como «patriotismo regional».? Esta definición de principios puede hacernos pensar en un Labarta serio, y así es. Este periodista toca los temas importantes del momento escondidos tras tintes de ironía; desde su primera publicación, Galicia Humorística , fundada en Santiago el 15 de enero de 1888, pasando por la última, Galicia Moderna , editada en Pontevedra en 1897. Joya La primera es una verdadera joya del periodismo, por su diseño, muy vanguardista, y sus ilustraciones, de Mayer, que son verdaderas fotos-retrato de la actualidad del momento. Dice Adolfo Calveiro de ella que «es de las mejores de su género en España, donde brillan plumas de los intelectuales más esclarecidos de aquel tiempo», como Marcial Valladares, Valentín Lamas Carvajal, Alfredo Brañas o Neira Cancela. Tiene su continuación en La Pequeña Patria , Santiago, 1890. Introduce más poesía, la literatura cobra importancia; de hecho, la portada siempre es un retrato de un escritor del momento. Nos damos cuenta así de la lucha constante de Labarta por difundir la cultura de la época. Encontramos también más presencia del idioma gallego. Y todo lo hace este periodista de Baio por 10, 15 o 20 céntimos al mes, de pesetas, que no de euros. Por ese precio vende por ejemplo, Extracto de Literatura , donde vemos la fabulosa sección: Gránulos, pequeñas notas llenas de sagacidad: «A título de curiosidad da un periódico de Santiago la noticia de que allí ocurrió que un hombre entregó a una mujer un niño recién nacido para que lo tuviera mientras él iba a hacer un encargo, y que no volvió a recogerlo. Diré -aunque me den un palo- que no es cosa de extrañar. Hay muchísimo hombre malo que si cuadra... hace el regalo ¡y no lo vuelve a buscar!». Influencia En la Pequeña Patria , según madura el autor, también se va poniendo más serio. Parece darse cuenta de la influencia que sus revistas ejercen sobre la opinión pública. Y también encontramos un Labarta más modernista, impregnado de un espíritu innovador, interesándose por nuevas técnicas, como la fotografía. Comprende, como pocos, la importancia que ésta puede tener para el periodismo. Culminará esta fase en Galicia Moderna , donde aparecen las primeras fotos, incluso en los anuncios. En Baio, en su pueblo natal, un grupo de vecinos lleva años intentando que Enrique Labarta Pose sea rescatado del olvido. ¿Cómo? Proponiéndolo, año tras año, como merecedor del Día das Letras Galegas. Bien es cierto que la mayor producción de Labarta, tanto literaria como periodística, está en castellano. Pero si lo leemos, comprendemos la defensa a ultranza que hizo de su tierra, su cultura y su idioma. ¿No es ese, al fin y al cabo, el espíritu que impregna el Día das Letras Galegas?