Un carballés en el CNI

La Voz Á. P. | CARBALLO

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JAVIER ANTELO

Perfil | Alberto Saiz Cortés El próximo director del Centro Nacional de Inteligencia está casado en la capital bergantiñana y es un visitante asiduo de la zona durante sus vacaciones

15 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

?uando menos se esperaba, parece que Carballo va a tener un representante, al menos de forma indirecta, en uno de los puestos de más responsabilidad del país. Y es que si se confirman las intenciones de José Bono, actual presidente de Castilla-La Mancha y próximo ministro de Defensa, el marido de la carballesa María del Carmen Rodríguez Caamaño está llamado a sustituir a Jorge Dezcallar al frente del Centro Nacional de Inteligencia. Los vecinos de la capital bergantiñana que conocen a Alberto Saiz Cortés (Cuenca, 1953) no dudan en señalar a este ingeniero de montes y funcionario de carrera como una persona muy capacitada y con una gran formación. No en vano, Saiz se ha convertido en los últimos años en la mano derecha de Bono -otra persona con vínculos a la zona- en el Gobierno castellanomanchego en el que en la actualidad ocupa la consejería de Industria y Trabajo. Este aficionado a la pesca submarina, que aprovechó las vacaciones de la pasada Semana Santa, para volver a recorrer algunos fondos marinos de la Costa da Morte, hablaba en agosto del año pasado en los micrófonos de Radio Voz Bergantiños sobre la catástrofe del Prestige mostrando su grado de implicación y preocupación por los problemas de la zona. Nueve meses después, se prepara para asumir la dirección del CNI en uno de los momentos más delicados de la institución, a raíz de los atentados del 11-M. En aquella entrevista en Radio Voz trató también el suceso del accidente en la planta de Repsol en Puertollano y ya mostró su predilección por el diálogo como vía para buscar soluciones. Ahora, deberá hacer gala de sus dotes negociadoras y de otras habilidades, que se le atribuyen, tan gallegas como la discrección y la lealtad y tan necesarias para quien se va a convertir en el jefe de los espías españoles. En Carballo, sólo se espera que no se olvide de sus visitas periódicas, de sus paseos por Carballo y de los amigos con los que se sumerge en las profundidades o recorre el monte con la escopeta al hombro en busca de una buena pieza.