España, un país de múltiples cultivos: del olivo al castaño pasando por el tomate

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BIODIVERSA GALICIA

Santi M. Amil

La PAC promueve la combinación de producciones para cuidar el medio ambiente y garantizar la soberania alimentaria

17 jun 2022 . Actualizado a las 08:20 h.

En el contexto de una guerra en Ucrania que está afectando a la estabilidad alimentaria mundial, queda confirmada la importancia de diversificar los cultivos para garantizar la biodiversidad y la soberanía alimentaria de los distintos países. Esa diversificación es algo que también promueve la nueva política agraria común (PAC) como una de las medidas fundamentales para la protección del entorno. España es un buen ejemplo de diversidad. En la Península conviven, por ejemplo, los campos de olivares de Andalucía con los soutos de castañas de Galicia, los frutales de Cataluña, la huerta de Murcia o los campos de trigo, centeno, cebada o maíz que pueden verse en las dos Castillas. Pero más allá de eso la nueva PAC también primará que en cada una de esas zonas se promueva la convivencia de producciones para evitar la homogeneización de los campos. Las islas de vegetación autóctona, recogidas en uno de los ecoesquemas propuestos por España, también ayudarían a mantener esa diversidad.

En el caso del olivar, tradicional de secano, por ejemplo, un proyecto de la Universidad de Córdoba, financiado por el Programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea, pretende implantar en un cultivo cuyo manejo se realiza mayoritariamente en monocultivo cubiertas vegetales y reducir insumos para mejorar la producción, la calidad del suelo y aportar mayores beneficios a los agricultores al comercializar cultivos auxiliares.

Algo parecido es lo que está investigando el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA) para los frutales de la cuenca mediterránea. El centro participa como socio en un proyecto internacional de la Fundación PRIMA que fomenta la creación de novedosos agrosistemas alternativos y sostenibles que adaptan los modelos de producción de frutales al nuevo contexto de cambio climático y a las demandas de los consumidores. Además, en regiones como Murcia están introduciendo también nuevos cultivos diferentes a las hortalizas tradicionales: desde el kale al pak choi.

El proyecto europeo Diverfarming, cuyos resultados fueron dados a conocer el año pasado, también muestra los beneficios de combinar cultivos. Una de las pruebas que realizaron fue la introducción de alcaparras o tomillo en las calles de un campo de almendros o la de plantar unas legumbres entre árboles de mandarina o entre cultivos de huerta como el brócoli o el melón. En este último caso, por ejemplo, se logró reducir un 30 % el uso de nitrógeno para fertilizar porque el suelo logró retener más cantidad con la ayuda de las leguminosas. No solo eso. Porque los agricultores también obtuvieron una cosecha de habas. Además, el tomillo sembrado entre almendros permitió un rendimiento de 7 litros de aceite esencial por hectárea.

La cuestión, en definitiva, es evitar la homogeneización de producciones. No solo por la sostenibilidad medioambiental, también porque la economía de los agricultores podría ser más sostenible al poder obtener ingresos por la comercialización de distintos productos que, incluso, podrían combinar para obtener beneficios a lo largo de todo el año. No solo en una temporada concreta.