La genética, el guardaespaldas que protege los cultivos frente al cambio climático

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BIODIVERSA GALICIA

CESAR QUIAN

Proteger a las plantas de las plagas es fundamental para blindar la soberanía alimentaria y garantizar la producción de alimentos, objetivos fundamentales de la PAC

26 ene 2022 . Actualizado a las 19:44 h.

Hace tiempo que agricultores, biólogos, ingenieros agrónomos, meteorólogos.... están alerta de las consecuencias que tendrá el cambio climático a la hora de garantizar la producción de alimentos, una de las razones de ser de la política agraria común (PAC). Hace años también que los investigadores buscan fórmulas para adaptar los cultivos a esos cambios con la idea de proteger la soberanía alimentaria. Una de las vías que están utilizando es la mejora genética enfocada a la búsqueda de plantas capaces de, por ejemplo, aguantar mejor las plagas, o aguantar mejor el estrés provocado por el incremento de las temperaturas.

Un ejemplo es el trabajo que realizan desde la Misión Biológica de Galicia, un organismo dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que ya en los años 20 comenzó a profundizar en la mejora genética del maíz, un cultivo de especial importancia en la alimentación mundial al ser, junto al trigo y el arroz, uno de los tres cultivos fundamentales en la alimentación. En Galicia, además, es de vital importancia en la alimentación del ganado dedicado a la producción láctea. 

 El investigador Pedro Revilla, de la Misión Biológica de Galicia, coordina  precisamente el proyecto internacional de la convocatoria europea PRIMA en el que participan España, Portugal, Alemania, Francia, Italia, Turquía, Argelia, Túnez y Marruecos. El objetivo es mejorar la resistencia del maíz al estrés provocado por la sequía y las altas temperaturas en el área mediterránea. El proyecto, como indica Revilla, se puso en marcha en junio y tendrá una duración de tres años: «La idea _explica este investigador_ es aprovechar los recursos que tiene cada uno de los países participantes para obtener a medio y largo plazo variedades más tolerantes a esos estreses asociados con el cambio climático». Y habla de la importancia que juega el maíz tanto en la alimentación humana como del ganado, «pero también hay mucho interés en los países del norte de Europa para la producción de energías alternativas a partir de biomasa para producir etanol de segunda generación. La razón es que es un cultivo que, al contrario de lo que ocurre con la caña de azúcar, puede adaptarse a cualquier lugar.

MIGUEL VILLAR

Pero no solo trabajan en ese campo. No hace mucho dieron a conocer las líneas de trabajo en las que están enfocando sus esfuerzos. Entre ellas está la edición genética para proteger el castaño y la encina del cambio climático. Es el proyecto llamado VARIFOR sobre Aplicación de la Silvicultura Multivarietal, donde está integrado el trabajo que realiza el Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia (IIAG) que usa la biotecnología para la producción de genotipos de encina y castaño tolerantes a P. cinnamomin, el oomiceto que origina la tinta del castaño

Más allá de estos ejemplos, hay muchas más experiencias a nivel nacional que están enfocadas al asunto. Crop Trust, una iniciativa internacional que evalúa materiales de berenjena desarrollados por el Instituto Universitario de Conservación y Mejora de la Agrodiversidad Valenciana (COMAV) para ver cómo esos cultivos se adaptan al cambio climático es un buen ejemplo. El Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental también lleva tiempo trabajando en la mejora genética del tomate, el pimiento, los cítricos o la uva de mesa,  cultivos de importancia en la huerta murciana. 

PACO RODRÍGUEZ

La mejora genética del tomate es un asunto que también ha abordado el proyecto denominado Harnesstom, promovido por la UE. Liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) busca desarrollar variedades de tomates con más calidad, mejor sabor y mayor resistencia a enfermedades emergentes y al cambio climático. Lo que pretende es centralizar las variedades de tomate porque los recursos genéticos son clave para la seguridad alimentaria y para poder trabajar en su innovación. 

Porque quien tiene un reservorio de semillas, tiene más que un tesoro. Galicia tiene uno en el centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo. Sobre todo porque la variedad es fundamental para proteger  la biodiversidad y mantener enfermedades a raya.