Xavier Fonseca
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por Naciones Unidas representan papel mojado sin un plan de ejecución. La Agenda 2030 se ha diseñado precisamente para crear una hoja de ruta que permita al mundo llevar a cabo una transición energética. Y la política debe sentar las bases del cambio de modelo.
Desde Europa se están dando los primeros pasos, a través de los llamados protocolos Nexus. «Hay una serie de objetivos transversales que son lo que llamamos CLEWs, las iniciales en inglés de clima, tierra, energía y agua. Sobre estos cuatro pilares se han creado un conjunto de redes neuronales que ayudan a elaborar mapas de transición sostenible para una determinada región. Por ejemplo, se introduce la información referente a la radiación solar, la población, el viento y otro tipo de variables y se obtiene un modelo que te dirá dónde hay que instalar la energía centralizada o distribuida y cuáles son las mejores zonas para explotar los cultivos, con previsiones a diez años. En definitiva, se trata de un plan para desarrollar políticas concretas», explica Ángeles López, profesora del Máster en Energías Renovables, Cambio Climático y Desarrollo Sostenible de la Universidade de Santiago.