El estudio ha analizado la fisiología de medio centenar de especies y ha determinado que los lacértidos de climas no tropicales se han adaptado evolutivamente al frío, pero no al calor, y «no ha habido precedentes en su evolución que hayan hecho frente al calor o a las condiciones secas», dice Katharina Valero, profesora de la Universidad de Hull, en el Reino Unido.
La hipótesis de que el cambio climático afecta más a las lagartijas de climas fríos se ha confirmado con el caso de la lagartija vivípara; «las poblaciones de las montañas pirenaicas ya se han extinguido, un presagio de lo que podría suceder con otros lagartos», según Barry Sinervo, profesor de la Universidad de California en Santa Cruz (Estados Unidos).