Los resultados del estudio ponen de manifiesto que los ríos son una de las mayores entradas de plásticos a los océanos. En particular, estiman que las aguas superficiales del Ebro vierten anualmente cerca de 2.200 millones de microplásticos al Mar Mediterráneo. «Las concentraciones en el delta del Ebro son medias-bajas cuando se comparan con otros estuarios, pero se debe tener en cuenta que el caudal del Ebro está fuertemente regulado por las presas de Ribarroja y Mequinenza que podrían estar actuando como un primer filtro para estos contaminantes reduciendo así la cantidad de microplásticos que llegan al delta», explica la investigadora del ICTA-UAB, Laura Simón. Consideran que la abundancia de este contaminante es todavía mayor en ríos con zonas urbanas próximas y con una presión humana más elevada que el delta del Ebro.
En el estudio, los valores obtenidos en los sedimentos del lecho son entre 3 y 6 veces mayores que los hallados en las playas del delta, que habrían sido distribuidos por las corrientes. «Esta concentración se explica por la influencia de la cuña salina -espacio de separación entre el agua dulce y salada- donde la velocidad es más baja y hay un mayor tiempo de retención», añade el investigador Michaël Grelaud.