La economía circular otorga al ciudadano las riendas de desarrollo sostenible

Raúl Casado / Efe

BIODIVERSA GALICIA

El reciclaje y la reutilización son imprescindibles para reducir el consumo de recursos procedentes de la naturaleza

05 jun 2018 . Actualizado a las 11:22 h.

La economía circular no es una moda ni una tendencia y sí una obligación que todas las administraciones están armando con un complejo entramado legislativo que va a situar al consumidor en el epicentro -como el eslabón imprescindible- del desarrollo sostenible.

Queda lejos, y sobre todo en desuso y completamente obsoleto, el concepto de «usar y tirar», que ha sido desplazado ya por las directivas y cada vez más por los hábitos de consumo de los españoles, por el nuevo axioma de «producir, usar, reciclar y volver a utilizar».

Instaurado por la ONU en 1974, se celebra hoy el Día Mundial del Medio Ambiente con la «economía circular» en el centro de las agendas políticas y con objetivos cada vez más ambiciosos y que implican a administraciones (todos los municipios deberán reciclar y reutilizar el 60 % de sus residuos en 2030), a las empresas o a los ciudadanos (en 2023 los biorresiduos se recogerán por separado o se reciclarán en el propio hogar mediante compostaje).

Los expertos coinciden: la economía circular, con el reciclaje y la reutilización como elementos clave, no es una opción; es imprescindible como fuente de materias primas; es necesaria para reducir el consumo de recursos procedentes de la naturaleza; y es esencial para la creación de puestos de trabajo.

Incorporados el azul, el amarillo y el verde a la estética de cualquier pequeño pueblo o ciudad, los titulares se repiten gracias a los hábitos de los consumidores: 19 millones de toneladas de envases reciclados en los últimos 20 años; tres botellas de vidrio recicladas equivalen a la energía suficiente para cargar un teléfono inteligente durante un año; o el cien por cien del material recuperado de un neumático en desuso puede volverse a utilizar.

Así, en los contenedores amarillo (plástico, latas y bricks) y azul (papel y cartón) entraron el pasado año 1,4 millones de toneladas de material (casi el 80 por ciento de los envases domésticos), y en el verde casi 790 millones de toneladas de residuos de envases de vidrio, cifras que sitúan a España en la senda marcada por la UE para que el reciclaje y la reutilización sean la base de la economía circular.

Pero quizás uno de los productos que mejor sirven para comprender el significado de la «economía circular» sea el neumático, por cuya adecuada gestión al final de su vida útil los ciudadanos pagan desde hace años un pequeño importe para que tenga un tratamiento adecuado y evitar que acabe en vertederos incontrolados; conceden a ese producto una segunda vida, que se ha convertido en una segunda oportunidad.

En 2017 se recogieron para su adecuado reciclaje 188.000 toneladas de neumáticos que terminaron, gracias al compromiso de los consumidores y de los talleres, lejos de los vertederos incontrolados e ilegales que habían proliferado en España, según los datos facilitados por la entidad Signus.

Han encontrado así una segunda oportunidad como pavimento de seguridad en parques infantiles, en campos de césped artificial, calles y carreteras, en fundiciones (el acero), en la industria textil o en las fábricas cementeras, donde se usa como combustible alternativo.

Luis Muñoz, responsable de la planta de tratamiento de neumáticos usados que la empresa Valoriza Servicios Ambientales tiene en Chiloeches (Guadalajara), ha subrayado el esfuerzo de investigación y desarrollo que se ha realizado para dar a esos productos (caucho, acero y textil) esa segunda vida.

Muñoz apuesta por desterrar el concepto de «usar y tirar» y sustituirlo por «reciclar y reutilizar», y ha insistido en que muchas materias primas que proporciona la naturaleza se van a agotar pero se pueden obtener de materiales ya fabricados.

Ha defendido el creciente compromiso del sector para asegurar que los neumáticos acaban su vida en las instalaciones adecuadas para asegurar su correcto tratamiento, y también la concienciación de los consumidores, que abonan un importe para que sus ruedas no acaben tiradas en un vertedero de forma ilegal y completan así el círculo de la nueva economía.