Adiós a Juan Torea, el marinero de Ribeira al que los dolores le venían del mar

RIBEIRA

CEDIDA

Su sobrino le dedica una emotiva despedida: «Espéranos donde estés, aquí seguiremos escuchando tu alma en las caracolas. Queda tu silueta en el puerto, pero siempre volviendo, ya nunca marchando»

06 mar 2023 . Actualizado a las 21:13 h.

Ha fallecido este sábado Juan Vidal García, más conocido en Ribeira como Juan Torea, para mí siempre ha sido y siempre será tío Juan. Parte con la sencillez liviana con la que iba de marea, porque mi tío Juan fue marinero. Como mi abuelo, como mi tío Toño. De una manera u otra, todos los ribeirenses estamos enhebrados al mar con el hilo de la vida y la muerte. ¿Cuánto define el mar a un marinero? Lo define absolutamente. A mi tío le sobrevino un dolor fuerte y repentino en la espalda provocado por su patología. Sin embargo, cuando hablaba con él me decía convencido: «Este dolor es del mar».

El mar, que no perdona, continúa enviando facturas aunque te hayas jubilado —sobre todo a los que se han jubilado— y que, como a mi tío, ya les había marcado sendas de salitre por la cara. Esas arrugas de marinero están aradas por lo pasos que no vio dar a sus hijos, Manuel y Carmen, mientras estaba mar adentro. Lejos, frío, cansado. Solo. La vida en el mar que te endurece hasta el punto de volverte comprensivo: él no tuvo ningún reproche hacia su destino, culpaba al mar, a aquellas mareas de «cuando era joven y podía con todo», decía. Y sin pedir cuentas a nadie, partió.

Partió dejándonos con la inmensa pena de su marcha. Partió habiendo dado a este mundo dos hijos maravillosos. Partió entendiendo que aquí perdura una familia que siempre lo recordará. Partió sabiéndose querido y acompañado hasta el final. Y un hombre que pasó tanto tiempo en un camarote feroz e implacable, conoce mejor que nadie el valor del cariño. En el barco o en tierra, la familia es la fuerza que le echa un pulso al océano.

Espéranos donde estés, aquí seguiremos escuchando tu alma en las caracolas. Queda tu silueta en el puerto, pero siempre volviendo, ya nunca marchando. Las olas siempre encuentran la orilla.