«¿Qué va a hacer una mujer en medio de tantos hombres?»

E. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

RIBEIRA

cedida

Fue lo que le preguntaron en Capitanía Marítima a Gloria Lijó, primera mujer embarcada en un pesquero de altura

29 ene 2023 . Actualizado a las 11:41 h.

Tomando Un café con Eva en Radiovoz, Eva Millán y Raúl Villa, doctor ingeniero naval, oficial de la Armada y capitán de la marina mercante, además de coautor del libro La mujer en el mar: historias de sueños cumplidos, hablaron de Gloria Lijó Cacharrón. De esta ribeirense podrían decirse muchas cosas, como que puso tanto empeño en aprender a nadar a los 59 años que llegó a ser campeona de Galicia y de España en su categoría. Pero tratándose como se trata de la sección radiofónica Ellas y el mar, ambos conversaron sobre lo que la ha llevado a protagonizar uno de los capítulos del libro que firman Villa y Bartolomé Cánovas: ser la primera mujer embarcada en un pesquero de altura.

Antes de enrolarse rumbo a Marruecos, a pescar merluza, palometa y otras especies en el banco canario-sahariano, Gloria Lijó (Ribeira 1944) ya sabía qué era trabajar en un barco. Pero mercante. Se enroló con su marido, al que tuvo que convencer porque era «celoso y machista» en aquella época, contó a Villa. Tenía ya 27 años y dos hijas, a las que dejó con la abuela, cuando embarcó como camarera en el mismo petrolero noruego del que su esposo, Francisco Fernández, también formaba parte de la tripulación. Ambos figuraron en el cuadro de personal de ese barco durante doce años.

Pero la compañía era noruega y la cultura otra. Menos supersticiosa y más abierta. De ahí que Lijó no fuese la única mujer trabajando a bordo de un petrolero. De una tripulación compuesta por 90 personas, diez eran mujeres. Y una, incluso, era oficial, algo impensable por la España de aquel entonces.

Bien distinto fue cuando veinte años más tarde, en 1991, decidió enrolarse en una embarcación de pesca. «Tuvo que soportar chistes y bromas pesadas; incluso en Capitanía Marítima le preguntaron qué iba a hacer allí una mujer en medio de tantos hombres», explica Villa.

Pero a palabras necias... Y así es que se subió al barco rumbo al caladero de Marruecos. Durante cinco años aprendió el oficio y, finalmente, cuando su hija mayor dio a luz al tercero de sus tres hijos, decidió colgar los anzuelos, quedarse en tierra y hacer lo que en su día hizo su madre cuando ella se subió al petrolero: ayudarla en la crianza.

Infortunios

Con todo, en esa incursión en la pesca de altura no todo fue emocional. Que echaba de menos el mar era cierto, pero no lo es menos también que se subió al palangrero por pura necesidad económica. Porque en el espacio de pocos meses se fueron a pique dos pesqueros de la empresa familiar. Uno sufrió una vía de agua en el caladero de Marruecos y se hundió, y el otro un incendio en la sala de máquinas cuando iba rumbo a la zona de pesca.

Ni en uno ni en otro siniestro hubo víctimas, afortunadamente. Pero sí cuantiosas pérdidas que dejaron deudas astronómicas que ambos trataron de atajar con el tercer barco de la casa que entonces estaba a punto de salir del astillero: el Bolaquento. Ahí se embarcó Gloria Lijó, de nuevo con su marido, rumbo al banco canario sahariano. Francisco era el patrón y compartía camarote con ella. A bordo, otros doce marineros con los que Gloria trabajaba codo con codo.

Como en esto de las pioneras siempre saltan las disputas de las fechas, Raúl Villa aclara que Lijó fue la primera en trabajar en un pesquero de altura, mientras que Rolindes Baño, de A Mariña, fue la primera que lo hizo, pero en la bajura.

Lijó, que de Noruega se trajo el título de Gran Dama, con el que tiene garantizado un embarque en la flota mercante del país de por vida, sigue poniendo toda su pasión y empuje en todo lo que hace. Ahora en el teatro, el coro y la pandereta allí en Ribeira. Si deposita el mismo tesón que con la natación no sería extraño verla pronto como la cuarta integrante de las Tanxugueiras.