Una basura

Francisco Brea
Fran Brea DESDE LA CANTINA

RIBEIRA

15 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Yo no quiero domingos por la tarde, que cantaba Sabina. Es un día que si no estuviera lo echaríamos de menos, pero que transmite cierta pereza. A algunos parece que demasiada, porque o las gaviotas en Ribeira han evolucionado tanto que saben abrir contenedores, o es, que me parece mucho más probable, dejadez humana y guarrería lo que se ve domingo tras domingo en los contenedores que están detrás de la casa consistorial ribeirense.

Entiendo que se llena el de restos orgánicos y claro, caminar unos metros para usar otro es mucho trabajo, así que mejor dejar las bolsas fuera. Algo muy lógico y, por otra parte, higiénico. Como no podía ser de otro modo, esas aves tan agradables que hasta se comen las tapas en los bares no tardan en acudir a ver si cazan algún manjar.

El resultado, todo esparcido por la acera y una imagen lamentable. La verdad es que no sé si sucede en otros puntos del casco urbano, pero puedo dar fe que en los citados contenedores es una situación recurrente el séptimo día de la semana. Y es cuando piensas, ¿realmente la basura es la que va en la bolsa o la persona que decidió dejarla en la calle por no dar cuatro pasos y depositarla en otro contenedor que no estuviese lleno?

La falta de civismo que se demuestra en ciertos momentos roza los límites de lo inimaginable. Claramente, en ocasiones, el ser humano es la mayor basura que habita un mundo que cada día que pasa se carga más. Toda la vida pensando que la madre naturaleza iba a tragar con cualquier cosa que hiciésemos y ahora nos rasgamos las vestiduras, hablamos de olas de calor nunca vistas y de niveles de sequía impensables.