
Corría marzo del año 1983, cuando, en la revista Industrias pesqueras, publiqué unos artículos relacionados con la pesca en aguas de Galicia. Ahora que con el calor me da pereza hablar de política, me gustaría que la transcripción de parte de aquellos artículos sirviese para refrescar las ideas sobre la pesca, más allá de la cortedad de miras de buena parte del sector. Es verdad que Keynes decía: «A largo plazo todos calvos». De manera que será muy difícil que algunos armadores que basan su economía en el cortoplacismo y en el cuanto más mejor, acepten planteamientos incluso a medio plazo.
En la primera de mis básicas y divulgativas colaboraciones pretendía dar a conocer la importancia de la meteorología y la oceanografía en la pesca en aguas de Galicia. Y así es como lo contaba.
En Galicia abundamos en juicios, a veces chauvinistas, acerca de nuestra potencial riqueza pesquera y, en cambio, pocas veces nos paramos a pensar en las causas que dan origen a esta. Deberíamos aprender a considerar los mares como elementos vivos, con una dinámica propia, influenciada por los efectos meteorológicos. La mar está viva en su interior porque contiene el origen y los medios para desarrollar vida. Tiene esa vida propia encadenada a la meteorología local, aunque, desgraciadamente, condicionada por la sobrepesca y a la lacra de la polución. Quisiera señalar que los efectos nocivos de la contaminación, se apartan del fondo de estos artículos.
Contradiciendo la tradicional idea española «qué inventen ellos», los países que supieron desarrollar paralelamente la actividad pesquera con la investigación han elaborado teorías científicas, consiguiendo que la pesca tenga tanto de ciencia como de habilidad o práctica, más allá de la política de parches para general contento, habituales en nuestros gestores de aquí y de allá. Y, entre las teorías más interesantes, a mi juicio, debemos considerar los llamados frentes oceánicos y los efectos upwelling.
Es curioso que estos fenómenos, que pasaremos a analizar brevemente en posteriores artículos, no se hayan generalizado en España entre los profesionales de la mar, cuando ya Uda M., famoso biólogo japonés, había dado conocimiento de ellos en el año 1938. En España, nos encontramos con la teoría del frente oceánico gracias a la labor de hombres estudiosos como V. Paz-Andrade que, en 1954, nos describía los efectos upwelling como: «Fuerzas hidro-mecánicas en forma de corrientes ascendentes procedentes del fondo, que hunden las capas superiores más ricas, acelerando el proceso básico de la producción acuática». Posteriormente, en 1959, el oceanógrafo F. Lozano, también hace referencia. Ya en 1967, el meteorólogo Antonio Naya abunda en tal fenómeno en una recopilación de artículos publicados por el Ministerio del Aire, definiéndolo como «afloramientos de aguas profundas en la plataforma continental».
En primer lugar, pensemos que no existiría pesca sin las fuentes de nutrientes que fertilizan el mar: el fitoplancton, el zooplancton, el tycoplancton y las sales minerales. Para no aburrirles, trataré de profundizar en estos nutrientes en artículos posteriores, pretendiendo llegar a la teoría —quizás tan equivocada como otras muchas— de las causas de la escasez de ciertas especies de interés comercial en nuestra plataforma pesquera y la manera de aprovecharse de la fertilidad de los océanos, producida por los frentes oceánicos y los efectos upwelling, también conocidos como surgencias.